BESTIALIDAD ROJA
Emilio Nouel V.
De verdad, ver esos actos de barbarie
duele, y mucho. Lo asalta a uno una sensación lastimosa de decepción con
nosotros mismos, pero también pavorosa, como la de estar al borde de un
precipicio, impotente para evitar la caída hacia el desmadre definitivo.
Repito: duele sobremanera ver lo bajo en
la escala civilizatoria en que ha caído el país estos 15 años. Durante ellos se
ha alimentado, mas bien, estimulado, el salvajismo en nuestras relaciones como
sociedad, en la cual, a pesar de sus problemas, graves algunos, nunca antes
habíamos presenciado, al menos en el último medio siglo, escenas en que una
Universidad fuera incendiada y sus bienes saqueados por hordas de antisociales
paramilitares al servicio de una ideología demencial, que recuerdan las
acciones de los nazis.
Ante estos hechos vandálicos, no puedo
dejar de recordar aquí a mis mayores, y perdóneme el lector la referencia
personal. Ellos me enseñaron a amar el saber, el conocimiento. A buscarlo
siempre, a cultivarlo. Debíamos aprender todo lo que estuviera a nuestro
alcance. Leer, informarse y enseñar al que no sabía. Era la mot d’ordre de los que nos trajeron a esta vida.
Igualmente nos inculcaron el respeto por nuestros maestros y el afecto por
nuestros colegios.
“Estudia niño y no serás cuando crecido
el objeto vulgar de las pasiones ni el esclavo servil de los tiranos”, reiteraba a sus hijos
sistemáticamente mi madre, lectora impenitente, cada vez que podía. Muchos años
después supe que era un verso de un poeta y político mirandino, guatireño por
más señas, llamado Elias Calixto Pompa.
Cuando vemos que desde el poder no se
mueve un dedo, sino todo lo contrario, para evitar que se perpetren desmanes
como los de estos días contra una casa de estudios, sea Universidad, Liceo o Escuela,
alguna enfermedad muy mala estamos padeciendo como sociedad. Grave padecimiento
que nos degrada y animaliza, que nos hunde más en la pobreza material y de
alma. Y graves también las perversiones de los que nos gobiernan.
En un mundo global crecientemente más
exigente en términos de educación y avance científico-tecnológico, las
naciones, los países, los pueblos o como quiera que se les llame, que buscan
progresar, modernizarse, satisfacer sus necesidades básicas y las no tan
básicas, y que persiguen vivir en libertad y democracia plenas, no pueden
tolerar espectáculos monstruosos como las agresiones destructivas a una
Universidad.
Estos eventos bochornosos constituyen la
guinda que faltaba a la torta del desastre educativo del gobierno militar-chavista.
Su fracaso en la creación o transformación
de instituciones educativas inspiradas en una ideología caduca es notorio. Su
intento de tergiversar o reinventar la historia del país en beneficio de esa
ideología, es una de las acciones más nefastas del gobierno actual. Es producto
de una vocación totalitaria desquiciada. Los “profesionales” mediocres que
gradúa no sirven para nada útil, mucho menos para levantar un país próspero y
pujante. Para africanizar el país, sí.
Ciertamente, es doloroso lo que estamos
experimentando los venezolanos. Cambiar el estado de cosas presente es una
obligación no solo política, también moral. Que el conocimiento que hemos
recibido de esas casas de estudio hoy víctimas de la bestialidad roja, nos
sirva para sacar al país del hoyo en que nos quieren meter.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com
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