miércoles, 8 de abril de 2015

EL ROMPECABEZA LATINOAMERICANO DE OBAMA

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LEOPOLDO MARTINEZ N.


La historia de la política exterior de Estados Unidos en Latinoamérica es sin duda fascinante y muy accidentada; y en ese contexto, el presidente Obama se ha planteado una aproximación muy diferente a la que era usual frente a América Latina, como lo ha hecho con otras regiones.
En primer lugar, Obama no ha pretendido imponerse en Latinoamérica, sino construir alianzas para el desarrollo, en las que Estados Unidos si acaso “lidera desde atrás” (“leads from behind”); o simplemente con su política impulsa o facilita una dinámica de cambios promovidos y legitimados por los mismos líderes de la región, en tanto estos apunten en una dirección que no contraríe al interés de Estados Unidos; y es importante destacar que hay una sutil pero significativa diferencia entre aquello que no es contrario al interés de Estados Unidos (pero prioritario para otros en la región), e imponer los intereses o prioridades de Estados Unidos.
En el desarrollo de esa estrategia, Obama ha decidido explorar las posibilidades e impacto de una agenda concertada con el papa Francisco. Esto va más allá de una alianza con el Vaticano o la Iglesia Católica, es producto de la sintonía o coincidencia en el pensamiento de ambos líderes, en donde Obama aprecia que la influencia política de la Iglesia Católica se potencia bajo la batuta de un jesuita latinoamericano, respetado muy especialmente por el liderazgo socialdemócrata y de izquierda que gobierna en la mayor parte de la región.
En segundo lugar, como en muchos otros campos de su acción política, Obama ha querido cambiar paradigmas con base en una decisión muy emblemática. Sin duda, en América Latina la única decisión que podía constituir un verdadero “legado” (y algo totalmente diferente al statu quo) era la apertura hacia Cuba; y lo hizo. Eso por sí solo es el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la política exterior de Estados Unidos (y en la toda la región).
Tercero, la administración Obama ha entendido que lo económico manda y que la forma de revertir tendencias indeseables pero sin sostenibilidad económica o fiscal es con un planteamiento de cooperación económica oportuno, sostenible y de impacto. Para eso su gobierno ha venido tejiendo una propuesta energética y de cooperación económica con el Caribe y Centroamérica, a partir de la independencia energética alcanzada por Estados Unidos, ahora convertido en el primer productor de petróleo del mundo y un exportador de energías alternativas. En pocas palabras, los tiempos del escudo diplomático de Petrocaribe irán quedando atrás.
Y como cuarto punto para el análisis, Obama ha colocado la defensa de los derechos humanos y la lucha contra la corrupción en Latinoamérica al mismo nivel de prioridad en que se encontraba la lucha contra el narcotráfico.
Las sanciones dictadas contra un grupo de funcionarios del gobierno de Venezuela son una expresión de ese enfoque, pero también se conectan al tema de Cuba, Centroamérica y el Caribe, en el marco del tema económico; pues de no presentarse una rectificación del gobierno Venezolano, entonces ese endurecimiento por la vía de la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos avanzará simultáneamente con el agotamiento del subsidio petrolero Venezolano, y el surgimiento de propuestas de cooperación económica y energética desde Estados Unidos.
Finalmente, algunos piensan que a Obama no le interesa Latinoamérica, y eso no es cierto. En la compleja agenda de la política exterior de Estados Unidos hay temas de mayor prioridad estratégica o de coyuntura, pero también es cierto que hay cosas que son importantes aun cuando no prioritarias, y la valoración de su importancia tiene mucho que ver con la persona en quien se delega el manejo de un tema o una agenda. Y el presidente Obama ha colocado el manejo político del tema latinoamericano entre las tareas asignadas al vicepresidente Joe Biden, lo cual es muy revelador, tanto por la jerarquía que le otorga la investidura como por el peso de Biden en el campo político, dado su largo trayecto como parlamentario.
Pero, también, el gobierno de Obama ha dado mucho respaldo y prioridad al trabajo del Departamento de Justicia en la tarea de hacer cumplir la Ley de Prácticas Corruptas en el Exterior (conocida en inglés por las siglas FCPA), y la lucha contra los carteles del narcotráfico. Esos procesos han desembocado en muy valiosa información que es usada estratégicamente por los órganos investigadores y de seguridad.
El juego político y diplomático de Obama es fino y por banda. A ratos el tablero parece un rompecabezas. Y, sin duda, le va a romper la cabeza a algunos que tendrán que escoger entre la radicalización o la moderación; o entre la solidaridad y el deslinde. Esto como un imperativo del propio interés.
Nos leemos por Twitter @lecumberry

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