Diego Bautista Urbaneja: Seguir sin miedo
El mayor peligro que puede correr la ciudadanía democrática venezolana es el de asustarse. El Gobierno juega varias bazas para escapar al alud de hechos que sepultan su gestión bajo un espesa capa de incompetencia y equivocaciones. Una de ellas es la del miedo. El Gobierno hace alardes de poder y discrecionalidad. No hay ni una sola regla que se escape de la ostentación oficialista de que puede ser violada impunemente. Este domingo los venezolanos vimos la escena de un Chávez ordenando expropiaciones como no lo haría ni el más rocambolesco dictador africano. "¡Me lo expropian!". Valdría la pena que esa imagen fuera conocida mundialmente. Es una de las más exactas expresiones gráficas que Chávez ha producido de sí mismo. La idea gubernamental es que la gente se asuste y se inhiba de hablar, de protestar, de votar. Es a esa tentación del miedo a la que hay que resistir. La población democrática de este país tiene que mantener el rumbo fijo hacia un nuevo triunfo que se ve como cada vez más posible. No dejarse desviar de él por nada del mundo. No complicarse la vida con expectativas perfeccionistas en torno a candidaturas y a su modo de selección, ni gastar energías en censurar a las fuerzas políticas por el hecho de que se dediquen al tema en una medida que a algunos parezca excesiva. Sin candidaturas unitarias se perdería imperdonablemente la ocasión de una victoria importantísima, y esa tarea requiere mucho trabajo y mucha filigrana por parte de la dirigencia política. Vamos a tener candidaturas unitarias. Posiblemente no serán las ideales en todos los casos. Aquí y allá, los procedimientos de selección serán objetados por este o por aquel. Pero no nos dejemos distraer por esas imperfecciones ni nos enredemos con esas críticas. El momento de hacer presión para que las cosas se hagan lo mejor posible es ahora, cuando el proceso de selección de las candidaturas está en sus inicios. Pero una vez en marcha, y sobre todo una vez concluido, vamos todos con sus resultados en busca de la mayoría parlamentaria, tanto más cuanto que ha habido y habrá especial esmero en la transparencia de los procesos.
Es importante, en este contexto, que las organizaciones políticas reunidas en la Mesa de la Unidad refuercen su autoridad política y su capacidad de conducción del proceso de acumulación de fuerzas democráticas que está teniendo lugar. En la medida en que la Mesa logre aparecer como una instancia de conducción política, y no sólo como instancia de unificación electoral, en esa medida sus actuaciones serán asimiladas con mayor aceptación por la colectividad. Pero vuelvo al hilo principal. Chávez va en camino de sufrir en septiembre una derrota democrática. Está haciendo lo posible por evitarla, tratando de que quienes van a propinársela abandonen esa ruta y atemorizando a la ciudadanía que con sus votos va a culminarla. Los infantiles llamados de Chávez a que "le hagan" un revocatorio y desplantes como los de este domingo "expropiando" a troche y moche son expresiones de esas dos tácticas. La misteriosa venida del siniestro cubano Valdés, sujeta a tantas interpretaciones, juega también en ese sentido. Lo mismo, todas esas leyes como la de Indepabis que, creando tanta zozobra, lo único que hacen es dañar al país. No podemos permitir que ocurra ni lo uno ni lo otro: ni el desvío ni el temor. Mantener la ruta y no tener miedo. No perdamos de vista lo fundamental: el Gobierno está indefenso frente a los problemas que sus profundos errores han permitido acumular. Chávez, enceguecido por su visión cada vez más dogmática de las cosas y por un espeso vapor de adulancias, no está capacitado para ver la realidad, y está condenado a permitir que los problemas crezcan, se multipliquen y se interconecten y condenado también a no enterarse de que ello está ocurriendo, sino cuando, en cada caso, ya es demasiado tarde, tal como le ocurrió con la crisis eléctrica. Como se ve, en sus términos fundamentales, la cosa es relativamente sencilla. El núcleo de apoyo a Chávez, compacto y aparentemente incondicional eso sí, se reduce progresivamente a fronteras del 25-30%. La opinión desfavorable al Gobierno ronda el 50%, y se robustece, ubicándose en los márgenes del 15%, el no sabe/no contesta que todos los especialistas consideran gente opuesta a Chávez que prefiere no decirlo. Esa es, preguntas más preguntas menos, la tendencia general alimentada sin cesar por lo que ocurre todos los días. Naveguemos sobre ella, sin vacilaciones, sin enredos y, sobre todo, sin miedo.
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