viernes, 12 de febrero de 2010

Goebbels y el caos por venir

Miguel Ángel Santos


El Gobierno aprendió que las grandes devaluaciones no se anuncian, se ejecutan. Uno entiende que no hayan sido tantos los que hayan estado al tanto, pero no tan pocos como para devaluar sin esperar a que Cadivi contara con un sistema contable que pudiera manejar el sistema múltiple. Desde aquél día no ha liquidado un solo dólar. El BCV ha ejecutado con alguna improvisación y bastante menos transparencia un esquema de liquidación de bonos cero-cupón en dólares para tratar en vano de contener el mercado. Es igual, a la hora de pagar habrá que desacumular reservas o contratar nueva deuda. La cotización del bolívar en el mercado paralelo cayó 13% sólo durante el mes de enero. Como suele suceder, ha sido un mes de bajo crecimiento de liquidez (0.004%). Aún así, no ha sido posible. La revaluación proclamada en el mensaje anual a la Asamblea se ha desvanecido. No sólo era incorrecta desde el punto de vista conceptual (la revaluación es una decisión oficial, la apreciación es una decisión del mercado), sino apelaba además a los niveles de comprensión más primitivos. "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además tienen una gran facilidad para olvidar." (Goebbels). Ese caos que reina en el mercado paralelo recobrará cierto orden en las próximas semanas. Una vez que Cadivi resuelva el problema técnico, empiece a liquidar de forma "regular" una cifra similar al año anterior, y las emisiones de deuda del Ministerio de Finanzas vengan a relevar o a complementar al BCV, la tasa debería ceder en alguna medida. Si no lo consiguen ahora menos aún más adelante. La relación liquidez a reservas ya llegó a 7.3 y tras el próximo traslado de reservas a Fonden (US$ 4.000) tocará 8.45. Mantener el paralelo lejos de esa relación por mucho tiempo cuesta mucho real. Hay una máquina de crear bolívares alojada en el sistema diferencial. A partir de abril, ese mecanismo y la presión que las elecciones pondrán sobre el gasto público provocarán un incremento muy significativo de la liquidez (40%). En el esfuerzo por llevar la tasa de crecimiento lo más cerca posible de cero, el Gobierno impulsará una inflación similar (40%). Por segundo año seguido, el aumento decretado en el salario mínimo (10% + 15%) se quedará muy por debajo, provocando una nueva caída en el poder adquisitivo. Aquí tampoco será posible. Es difícil precisar los efectos de los recortes de energía, la conflictividad laboral y el posible recorte de la jornada sobre los niveles de producción. En este escenario el Gobierno apelará a los instintos más básicos. Ante la incapacidad para mantener los niveles de consumo 2007-2008 el argumento ideológico, la dignidad, el anti-imperialismo y la soberanía colmarán el discurso oficial. Cada vez es más difícil. Esa manifestación primitiva del domingo pasado en la plaza Bolívar es apenas un signo de lo que está por venir. Y eso nos trae de vuelta a Goebbels, pero en un sentido más amplio.

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