Los ejemplos sobran y en cada país -y continente- se pueden hacer largas listas de las mentiras gubernamentales o de los políticos que engañan haciendo trampas con el idioma. América Latina, por ejemplo, es una fuente inagotable de hipocresía gubernamental. Hace poco, en Cancún, los presidentes latinoamericanos crearon una nueva organización que quizás se llame Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Sus integrantes son todos los países del hemisferio menos Estados Unidos, Canadá y... Honduras. ¿Por qué no Honduras? Porque su nuevo Gobierno, elegido en un proceso que nadie objeta, es el sucesor de un Gobierno que derrocó a un presidente democráticamente electo. Pequeño detalle: Cuba, ese bastión de la democracia, es miembro de la nueva Comunidad de Estados Latinoamericanos. Cuba sí; Honduras, no. ¿No les da vergüenza? Otro pequeño detalle: esa reunión, convocada con el nombre de la Cumbre de la Unidad (¿será por eso que no se invitó a Estados Unidos?) incluyó violentos intercambios de insultos entre los presidentes de Colombia y Venezuela y mostró claramente que hay más unidad entre muchos países de la región con Estados Unidos que entre ellos mismos.
La nueva organización incluye entre sus principios fundacionales "promover el respeto al derecho internacional". Este sagrado principio fue aclamado por los mismos presidentes que no dijeron absolutamente nada cuando uno de ellos, Hugo Chávez, un día decidió prohibir, arbitraria y unilateralmente y en contra de todas las normas del derecho internacional, el comercio entre su país y Colombia. El embargo aún se mantiene y las empresas brasileñas lo han aprovechado para quitarle el mercado venezolano a los exportadores colombianos. ¡Viva la unidad En las reuniones del Grupo de los 20, la presidenta Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, truena contra las manipulaciones y la falta de transparencia del sistema financiero internacional. Tiene razón. Pero que esto venga de una presidenta cuyo país ha caído al foso de la lista de los países más corruptos del mundo compilada por la organización Transparencia Internacional es una deliciosa ironía que no parece importarle. Para ella esta contradicción no tiene consecuencias "No se puede juzgar a un país o la actitud de un gobernante en función de la actitud de un ciudadano que decide empezar una huelga de hambre", dijo el presidente brasileño Lula da Silva minimizando la muerte del cubano Orlando Zapata, fallecido en la cárcel después de un prolongado ayuno en protesta contra las torturas y maltratos que allí sufrió. Lula aceptó que en su época de líder sindical había hecho huelgas de hambre, pero que "jamás" lo volvería a hacer. Sobre esto último estoy seguro de que es absolutamente sincero.
Sobre el tema de la sinceridad vale la pena recordar a George Orwell: "La gran enemiga de la claridad en el lenguaje es la insinceridad... El lenguaje político está diseñado para hacer que las mentiras parezcan verdades y que el asesinato parezca respetable...".
No hay comentarios:
Publicar un comentario