lunes, 22 de febrero de 2010

Primarias ¿Cruz o Diablo?

MANUEL CABALLERO

El tenaz disparate de las primarias

Cuando el cura y el barbero escogían, en la biblioteca de Don Quijote, los libros que debían ir a la hoguera por haberle secado el cerebro al Caballero de la Triste Figura, les saltó entre las manos un volumen donde se contaban las hazañas de un tal Caballero de la Cruz. Y no fue el barbero, sino el cura quien lo echó al fuego porque "se suele decir que tras de la Cruz está el Diablo".

Por parejas razones, desde hace más de treinta años, nos ha parecido un disparate la proposición de decidir candidaturas opositoras organizando elecciones primarias. Nos parecía tal cuando lo que se planteaba era escoger un candidato a la Presidencia de la República, mucho más, como se propone hoy, para nombrar los candidatos a cuerpos deliberantes.

Una tentación

Cierto, la proposición es tentadora, pues una fácil comparación nos haría enfrentar la democracia en estado puro al "cogollismo" elitesco, donde siempre aquella resultaría más atractiva. Pero en nuestra tradición y nuestra circunstancia, ella lo sería sobre todo para los constructores de aquellas "repúblicas aéreas" tan del gusto de gente acostumbrada a "largar la presa para atrapar la sombra", como dice la sarcástica expresión francesa. Pero habría que preguntarse si no se trata más bien de un tópico que de una realidad. Un tópico incuestionable, pero de tan poca utilidad como constatar que "madre hay una sola".

Vayamos por partes. Con las primarias, de lo que se trata es de imitar el exitoso ejemplo de EEUU, olvidando que es el único. En ninguna otra parte eso ha resultado, y no sería desacertado concluir aquí (como lo hizo alguna vez Humberto Njaim, al referirse al hecho de que el presidencialismo sólo ha tenido pleno éxito en EEUU) que la potencia económica de ese país hace viable cualquier sistema. Pero incluso allí algunos analistas muy sensatos han propuesto suprimir ese estimulador de la autofagia que son las primarias.

El Esteban (¿dido?) de Laureano

Hay que tomar en cuenta de que en este caso, no se están enfrentando dos partidos que, por muy mañosos que sean, tienen la experiencia de que aceptar las reglas del juego les resulta más beneficioso que ignorarlas. No: en Venezuela, lo que la oposición enfrenta no es un partido ni un Gobierno normales, sino una pandilla de facinerosos sin el menor escrúpulo, cuyo jefe es el peor de todos. Y mucho menos si la MAISON CLOSE del CNE, como lo ha declarado una de sus MADAMAS, está "ávida" de meterse a lambisconear en esas primarias.

No es de extrañar entonces que, chequera en mano, el Gobierno se meta a sabotear las primarias de la oposición, no sólo infiltrándolas, sino apoyándose en lo que Lewis Carroll hubiese llamado los "sombrereros locos" de la antipolítico, los fierabrás del abstencionismo para sabotearlas y desconocer sus resultados, cualquiera que ellos sean. Esto no es especulación paranoide: ya se le está echando en cara a la mesa de unidad democrática que no haya organizado primarias para todos los candidatos, mientras que sí lo hará el PUS, cuando todo el mundo sabe que allí los únicos rivales son los dedos del sincopado Esteban (¿DIDO?) de Laureano.

No hacemos relojes

Por lo demás, "no somos suizos" entre otras cosas porque no sabemos hacer relojes ni bombones que puedan competir con los helvéticos, por mucho que ellos trabajen con cacao venezolano. En un país donde la sangre hierve con tanta facilidad como el nuestro, no dudemos que ni toda el árnica del mundo servirá para aliviar el dolor de las respectivas madres de los candidatos; facilitando así la tarea del Gobierno, que escogerá de allí su catálogo de insultos contra sus enemigos, sin olvidar decir de dónde vienen, dar sus créditos a los autores.

Aún así, esa sería PECATTA MINUTA comparada con el peor daño que puede hacer un Gobierno (ahíto de dinero malversado o simplemente robado) a una oposición que, nada rica por cierto, haya malgastado sus magros recursos haciendo propaganda por sus candidatos en las primarias, sobre todo si debe de seguidas encarar una campaña electoral con una mano atrás y otra delante. Porque no nos llamemos a engaño: toda campaña cuesta dinero, y deseos no preñan. Y mucho más si las primarias se llevan a cabo tan cerca de los comicios generales, lo cual enfrentaría a una oposición sin aliento a un Gobierno descansado, respirando a pleno pulmón.

Adentro de su mancebía

¿O se olvidó acaso la premura del Gobierno en proponer un nuevo REFERENDUM un mes apenas después de su derrota del dos de diciembre del 2007? ¿Se olvida acaso que, en esa pelea, el Gobierno lleva en sus guantes una manopla de acero que introdujo con la complicidad de un CNE de proxenetas que jamás mirarán al combate, toda su ávida atención puesta puertas adentro de su mancebía?

Tres cosas más: una, que nunca se alcanza en unas elecciones primarias, el volumen de electores de una votación general; de donde ya se oyen las carcajadas del oficialismo burlándose de los "escuálidos" votantes. Dos, que un triunfo en primarias no es en absoluto garantía de que será igual en la elección general: ¿no le ganó acaso Piñerúa a Lusinchi, para perder con Herrera Campins? Tres, lo más importante: pocas cosas serían hoy tan perjudiciales como dar la impresión de una nave al garete: los dirigentes han sido electos para dirigir, no para seguir la corriente, para dejarse arrastrar por un momentáneo capricho popular.

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