Expropiaciones y controles cercan la actividad privada
Para lograr el control de los medios de producción, el Gobierno ha construido un cerco a los privados que se estrecha cada vez más. El círculo empezó con los controles de precios y de cambio, las exigencias legales y las fiscalizaciones, y se está cerrando con la competencia desigual y las mayores amenazas de expropiación.
Este fin de semana, Chávez dijo que el Estado tendrá el dominio de la red de Cada y el anuncio lo realizó cuando era inaugurado el Hipermercado Bicentenario, antiguo Éxito, el cual ya había sido expropiado. En ese marco, expresó que el Estado seguirá ocupando espacios y que la propiedad tomada pasará a manos de la clase obrera y de las comunidades. El mandatario le recordó a los alcaldes y gobernadores que tienen facultades para expropiar y le indicó a los diputados que preparen reformas legales.
Con la modificación de la Ley del Indepabis ya se tiene una vía expresa para expropiar cualquier bien o servicio, de manera que faltan los ajustes en la Ley de Expropiaciones y el Código de Comercio, además de la Ley de Regulación de las Ganancias, la Ley de la Actividad Económica, la Ley Antimonopolio y la Ley de Propiedad Social. Todas tienen como fin: regular la actividad privada.
Tras los grandes
En la alocución realizada en el hipermercado, Chávez manifestó que aquella empresa que viole las leyes será expropiada, e hizo diferencias entre la gran industria y la pequeña. "Al pequeño (empresario) yo lo llamaría si está violando la Ley, le doy un chance, si reincide se interviene por un mes y si no hay arreglo se le da (la propiedad) a la comunidad. Al grande no se le puede dar chance, expropiación compadre, yo no tengo problema en eso". En el mensaje ante el Parlamento, ya Chávez había indicado que "existe la propiedad pequeña productiva eficiente. No somos enemigos de esa propiedad privada, pero hay que ligarla con la propiedad social".
Hasta los momentos la transición al socialismo se ha alcanzado más mediante la toma de industrias, que por la construcción de un tejido de empresas de producción social. En una primera etapa se consideraban a los servicios como áreas estratégicas y ello justificó el control en telecomunicaciones, electricidad y petróleo. Por tal motivo se nacionalizaron Cantv, las eléctricas y las empresas de la Faja. Pero luego fueron fundamentales la construcción, la siderurgia, la banca, la industria de alimentos y el comercio. Ello implicó la toma de las cementeras Lafarge, Holcim y Cemex, Sidor y el Banco de Venezuela.
En alimentos se tienen 559 fundos y 12 agroindustrias, pero para el Gobierno se requieren más redes, y eso implica el cierre de los espacios, En Barquisimeto, Chávez sugirió leer a Lenin, quien en el libro El Estado y la Revolución, expresó que "en la fase superior del comunismo, los socialistas exigen el más riguroso control por parte de la sociedad y por parte del Estado sobre la medida de trabajo y la medida de consumo, pero el control debe comenzar con la expropiación de los capitalistas".
Acciones en recesión
Cuando se realizaron las expropiaciones en 2007 y 2008 había un boom de ingresos y la actividad económica crecía, pero en 2010 las ocupaciones se en-marcan en una fase de recesión. El 2009 terminó con una contracción de la economía de 2,9% y en ese contexto, dos de las actividades fundamentales como la manufactura y el comercio registraron caídas de 7,2% y 8,2%, respectivamente. Esa tendencia no se ha revertido en 2010. El año se inició con una devaluación de 60% y una crisis eléctrica que están afectando a la producción. El Gobierno desde enero está imponiendo más reglas y compitiendo con ventaja frente a los privados. El sector público importa a una paridad de 2,60 bolívares, mientras que los empresas tienen que comprar insumos a 2,60 y 4,30 bolívares. Ante la diferencia, el Gobierno le ha señalado a los privados que si quieren beneficiarse del régimen para el sector público, tienen que importar en conjunto con el Estado, pero con ello impone la propiedad mixta, que es la fase previa a la propiedad social.
Mayela Armas H.
EL UNIVERSAL
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