miércoles, 24 de febrero de 2010

¿Otra OEA?

Adolfo Taylhardat

El sábado pasado el mandante de Miraflores anunció que en la Cumbre de Cancún (que tuvo lugar el lunes pasado) propondría la creación de una nueva organización de Estados latinoamericanos y del Caribe sin Estados Unidos y sin Canadá. "Muchos gobiernos del continente estamos planteando, … la creación de una Organización de Estados de Latinoamérica y caribeños, sin Estados Unidos, sin Canadá. Nuestra organización de Estados Latinoamericanos. Esta será la línea central de nuestra propuesta en México". Antes que el teniente coronel presidente, el portavoz de la presidencia brasileña, Marcelo Baumbach, había anunciado que el presidente Lula abogaría por la creación de un nuevo foro latinoamericano en la Cumbre de Cancún. El presidente de Brasil -dijo Baumbach- "apoyará la creación de un nuevo mecanismo regional de los países de América Latina y el Caribe", pero evitó mencionar la expresión "OEA sin Estados Unidos". Lula, dijo Baumbach, considera "importante" que los países latinoamericanos y caribeños tengan un foro "específico" para discutir temas comunes a la región" y agregó: "La forma como ocurrirá esa unificación todavía está pendiente de debate, de diálogo. Todavía no sabemos si será una organización o un mecanismo".

El día antes de la rueda de prensa de Baumbach la Secretaría de Relaciones Exteriores de México había anunciado que ese país presentaría en Cancún una propuesta para la creación de un mecanismo regional para América Latina y el Caribe, el cual tendrá "una estructura más flexible que la OEA" para darle a la región "una mejor posición común en el escenario global y para resolver conflictos internos, como el ocurrido en Honduras". Queda claro que no es una iniciativa del mandante de Miraflores, como ha pretendido él presentarla. Más aún, la idea no es tampoco del presidente Lula sino del gobierno mexicano. En la primera Cumbre de la CALC (diciembre de 2008) el presidente de México, Felipe Calderón, presentó por primera vez la propuesta de crear un nuevo mecanismo exclusivo para los países de América Latina y el Caribe.
Se trata, pues, de una idea que ha estado latente en el ambiente regional desde hace mucho tiempo. En su discurso del pasado sábado el mandante de Miraflores dijo también que la propuesta persigue "desprendernos definitivamente del coloniaje que Estados Unidos le impuso a Latinoamérica". ¿Qué sucedería si ante una decisión como esa, Estados Unidos y Canadá simplemente digan: si ustedes no nos quieren, quédense con su OEA y arréglenselas como puedan, pero se llevan también la sede de la Organización para otra parte?

Parece que quienes propugnan esa iniciativa olvidan que la OEA no se ocupa solamente de asuntos políticos, que son los más visibles aunque no los más beneficiosos ni los más productivos. No toman en cuenta que la OEA desarrolla y ejecuta todo un entramado de actividades de cooperación financiera, económica, social, cultural y de toda índole en beneficio de todos los Estados miembros, cuyo principal sustento financiero lo aportan precisamente esos dos países de los cuales quieren disgregarse y otros países desarrollados extracontinentales que fungen como observadores en la Organización. Para el momento en que salga publicado este artículo ya los países participantes en la Cumbre de Cancún habrán decidido. Posiblemente me equivoco, pero creo que la propuesta no reunirá el consenso necesario para su aprobación. Si contrariamente a lo que vaticino, resulta aprobada, a lo más que podrá llegarse es a incorporar en el G-Río -que no es sino un simple foro de concertación política- a todos los países de la región, desde el Rio Bravo del Norte hasta la Patagonia, y transformar la CLAC en su órgano máximo. Aún así, le auguro poco futuro a esa decisión. La CAN no termina por consolidarse, Mercosur vive una crisis permanente, Unasur todavía está "en pañales" y ya se está pensando en una "Unalac" (unión de los países de América Latina y el Caribe). Definitivamente nuestra región sigue "dando tumbos" sin encontrar el rumbo firme hacia una integración verdaderamente viable, consistente y, sobre todo, sustentable.

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