lunes, 15 de febrero de 2010

La conciencia en un bozal

Por Vladimir Villegas en Febrero 9, 2010
Imagen de Vladimir Villegas

Por los vientos que soplan, nuevamente el dedo presidencial será el último filtro por el cual pasarán los nombres de los candidatos del PSUV a la Asamblea Nacional. El líder necesita estar seguro de que quienes integren la bancada roja rojita se ajusten a la línea y no incurran en desobediencias de ninguna naturaleza, que pongan en peligro la mayoría parlamentaria que espera conquistar la bancada de gobierno en los comicios de septiembre. Incluso se ha hablado de la posibilidad de una iniciativa legislativa que garantice al partido conservar el curul cuando un diputado se marche de la organización o sea expulsado. De hacerse realidad un adefesio jurídico como ese, quedaría derogado de hecho el artículo 201 de nuestra querida Carta Magna, de acuerdo con el cual "los diputados o diputadas son representantes del pueblo y de los Estados en su conjunto, no sujetos o sujetas a mandatos ni instrucciones sino sólo a su conciencia. Su voto en la Asamblea Nacional es personal".

Si prosperara esa ley del bozal a la conciencia, se esfumarían de una buena vez las esperanzas de que dentro de los factores que respaldan al Presidente puedan tomar cuerpo corrientes críticas, capaces de impulsar cuestionamientos a políticas equivocadas o que vayan a contrapelo incluso de la propia Constitución de 1999. Ya el hecho de pensar en una cosa como esa revela el gran nivel de desconfianza del Decisor con respecto a la lista de parlamentarios que, de todas todas, pasará por sus manos para el visto bueno definitivo. Y, aún más, pone de manifiesto que el debate, la discrepancia o incluso la sola idea de la duda es de por sí el preludio a un acto de traición, de venta al imperio o de revelación de una vieja pertenencia a la CIA... Esa película ya la hemos visto, y terrible daño que le ha hecho a la idea del socialismo.

Me imagino que ser candidato en esas condiciones equivale a entregar un cheque en blanco, a promover la elección de un parlamento de eunucos mentales, sometidos a un concepto de lealtad absolutamente reñido con la idea de una sociedad democrática. Muy por el contrario de lo que se quiere hacer ver, incapacitada para ejercer sus funciones de control. Ese panorama no lo quiere la oposición, es obvio. Pero tampoco buena parte del pueblo rojo rojito, que demanda participación y derecho a decidir con respecto a quiénes deben integrar la bancada del PSUV y de sus aliados. Hablar del poder popular y amputarle la conciencia es una contradicción imposible de explicar.

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