Dos gallos bolivarianos de postín
Enrique Viloria
Recordemos que una pelea de gallos o riña de gallos es un combate que se lleva a cabo entre dos gallos de una misma raza de aves denominada “aves finas de combate”. El origen de estas peleas está en Asia. En China ya se celebraban hace 2.500 años y es posible que mil años antes se hicieran en la India. En la Antigua Roma eran usadas para adquirir valentía. Posteriormente, esta práctica fue llevada a América por los conquistadores españoles. rasladadas al siglo XXI latinoamericano, estas peleas de aves de combate se han introducido en Encuentros, Cumbres, Foros Presidenciales de Alto Nivel en las que se enfrentaron recientemente el Gallo Rojo llanero frente al Gallo Amarillo paisa. Para desencanto de los espectadores primados no hubo pelea real, todo se redujo a un escarceo, a un batir de alas, a un asomar de espuelas. El gallo paisa entró al ruedo primero: se desplumó, intentó picotear y acusó al rojo de tramposo; el gallo escarlata evadió el picotazo y se refugió en un aleteo verbal y de argumentaciones, envainó las espuelas y escabullido quiso coger las de VillaCancún. Envalentonado el Gallo caliche lo siguió con el pico en alto y lo conminó ¡No sea Pataruco! ¡Las gallinas timoratas sobran en este encierro!. Sea valiente y échele plumas y espuelas a la querella. El gallo rojo empalideció, se vistió de rosas plumas y dijo Paso, mientras contemplaba pálido y acalambrado a la vieja Águila del Caribe que entró salvadora al ring azteca para tirar prontamente la toalla en nombre del albino equipo de los del XXI. El Gallo Rojo – cagado e intentando recobrar su compostura – se subió al palo del gallinero más lejano para defenderse de la inesperada afrenta, en lo alto del madero un micrófono telesureño fue una vez más la espuela de su cada vez más cuestionada gallardía.
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