martes, 16 de febrero de 2010

EL ARMAPAGÓN

Desde siempre, la literatura, empezando por la Biblia, y el cine de ficción, nos han perturbado nuestra tranquilidad espiritual, cuando anuncian un momento apocalíptico que llegaría inesperadamente, en el cual desaparecerían todos los seres vivos por efecto del choque con un gran meteorito, o por una guerra que conduciría al fin del mundo. Según la Biblia, este apocalipsis tendría lugar en un sitio en el que entrarían en batalla Dios y la Bestia, llamado Armagedón.

Mientras ese destino catastrófico que predicen las Escrituras no ocurra, en nuestro país estamos amenazados por algo más real, ya palpable, y casi inminente: el gran apagón de electricidad.

Y esta terrible perspectiva, fortuita en el caso bíblico, pero en nada ficción para nuestro país, ya tiene fecha muy cierta, según los entendidos en la materia: todo ocurrirá en “el mes más cruel”, abril.

Todos conocemos ampliamente la primera reacción de los que dirigen la empresa encargada del asunto. Convencido de que el problema no tiene que ver con una carencia de gerencia adecuada y de inversiones oportunas, sino de un fenómeno de la naturaleza, “el Niño expiatorio”, el presidente de Corpoeléctrica decidió convocar a sus empleados para lanzar un clamor al cielo que conjure la crisis que se ha desencadenado. Piden un milagro, y al igual que hacían los pieles rojas norteamericanos cuando pedían al cielo que lloviera, los “gerentes” de aquella empresa se lanzan a un ritual religioso, con vistas a que mágicamente, evitemos el gran berenjenal en que nos metió la ignorancia, la incompetencia y la corrupción de la administración gubernamental socialista que padecemos.

Por otra parte, el Presidente de la República, muy creativo él, ha dado también su versión de las causas del Armapagón que se nos viene encima en los próximos meses de forma ineluctable.

En su demencia ideológica y con toda la desfachatez que es capaz de mostrar, el señor Chávez dice que el culpable de que no tengamos ni luz eléctrica ni agua en nuestros hogares, es el capitalismo. Nada tendría que ver su gobierno que tuvo 11 largos años para prever la hecatombe eléctrica, y tomar las medidas necesarias.

A sabiendas de que hay mucha gente ingenua y desinformada, el déspota de Miraflores, siguiendo las enseñanzas del nazi Goebbles, no tiene empacho en decir cualquier disparate, presentándolo como cierto. ¿Acaso no se hizo eco de una especie inverosímil, por imposible, de que el desastroso terremoto de Haití fue causado por la Marina norteamericana? Como si fuera una tontería mover las placas tectónicas de la tierra. Pero cuando se cree en teorías paranoico-conspirativas, hasta los complots de marcianos valen.

Pero lo nuestro no es de placas tectónicas, sino de incapacidad manifiesta de un gobierno cuya divisa es la chapuza, como acostumbran decir los españoles. ¡Qué capitalismo ni que niño muerto!

Lo que debemos preguntarnos ahora los venezolanos es qué vamos a hacer cuando llegue ese momento inevitable. Y no estoy aludiendo a las previsiones que deben tomarse en materia de compra de velas, linternas o plantas eléctricas suficientes.

Me refiero a los efectos políticos y sociales insospechados que traerá un escenario de despelote que se va a desatar en las calles y avenidas sin semáforos, en las industrias y comercios apagados, en las oficinas públicas, en los hospitales y clínicas, en los aeropuertos y puertos, en las escuelas y universidades, en hoteles, en los edificios residenciales, en las policías y el ejército.

¿Podemos imaginarnos un día entero sin luz eléctrica simultáneamente en Caracas, Maracaibo y Barquisimeto? ¿O sólo en Caracas? ¿No es de esperar que un evento de tal magnitud podría hasta sobrepasar la capacidad de control de la fuerza pública?

¿Hemos pensado en el seno de la dirigencia de las fuerzas democráticas cual será nuestra respuesta llegado el momento?

No está de más que comencemos a evaluar seriamente este grave asunto, que a diferencia del Armagedón bíblico, lo tenemos en nuestras narices, en pocos meses. Desearíamos que no suceda, pero todo lleva a su realización ¿Tenemos alguna idea de lo que haríamos ante una emergencia política que desencadene un colapso eléctrico nacional?

¡Ay Elliot¡ Abril será el mes más cruel, pero por razones muy distintas a las tuyas.

EMILIO NOUEL V.

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