sábado, 29 de enero de 2011


Jóvenes y excluidos

Fausto Masó

29 January, 2011



El acto de la oposición el pasado 23 de enero revela lo que le falta a la MUD para lograr una unidad total, no sólo capaz de obtener una victoria electoral y de coordinar a los diputados en la Asamblea, sino también de responder al desafío que representa Hugo Chávez.

El domingo pasado la oposición defraudó las expectativas, el día anterior se escogió el lugar, se había convocado para eventos distintos. Esto no fue lo peor, se desperdició a los líderes naturales de la oposición, los diputados de la Asamblea, los gobernadores, los alcaldes, algunas figuras independientes. ¿Por qué no se organizó la concentración o la marcha en el 23 de Enero o en La Vega? Si Miraflores lo hubiera impedido la acusación de dictador contra Chávez habría quedado ratificada; aceptar limitar la política al este de Caracas representa también vivir en un gueto, regalarle a Miraflores las zonas populares. Faltó, además, pueblo y jóvenes en la avenida Francisco de Miranda.

Hay una excusa, la falta de recursos. Al PSUV le sobra el dinero, los medios, los autobuses; en cambio, a la oposición cualquier gasto la coloca al borde de la quiebra. Había que concentrar entonces los esfuerzos, para no dispersar el mensaje, para aunar energías. Hubo un acto programado por la MUD y otro por la sociedad civil, como si fueran fuerzas contrapuestas, como si los partidos, en su debilidad, con sus fallos, no representaran el único instrumento para enfrentar a Chávez.

El país eligió sus diputados, sus dirigentes políticos, sus voceros. ¿Por qué no estaban al frente de la convocatoria? El oficialismo recordó a Hugo Trejo y Fabricio Ojeda, dos personajes del 23 de Enero.

La oposición contaba con los presos de esa época que pasaron años en prisión como Simón Alberto Consalvi o el propio Luis Miquilena, o una figura como el centenario editor Catalá. La oposición lució frívola, cuando le sobraban argumentos, empleados brillantemente en los discursos dichos en la propia Asamblea.

Se piden líderes para la oposición, pero se les quita tribuna, ninguna ONG los puede reemplazar. Se les coloca en minusvalía, como si la sociedad, la propia oposición, no creyera en ellos. El país se había entusiasmado con la jornada vivida en la Asamblea, el 23 de enero fue un anticlímax.

Había que dar un mensaje, no buscar un truco mediático.

Chávez ofrece una tesis clara.

El 23 de enero no se respondió con un discurso coherente.

¿Estas cosas se deben callar? No, no, así no vamos al baile.

Una aclaratoria: la Mesa de la Unidad representa un esfuerzo exitoso, digno y necesario a pesar de todo. Pero se requiere dar demostraciones de fuerza en la calle.

La unidad es un proceso, todavía está a mitad de camino.

Quizá estos sean los males de una gestación dolorosa. No basta con conseguir los votos para el año 2012, hay que prepararse para un desafío que trasciende lo electoral.

La unidad necesaria no se ha logrado, pero está al alcance de la mano, con tal de que se convoque con generosidad a los jóvenes y a los habitantes de lugares como La Vega, que cacerolearon recientemente al Presidente.

Chávez enfrentará tiempos difíciles en los próximos meses: está golpeando el bolsillo de los pobres. De pronto enfrenta al banco que hace 12 años contribuyó económicamente a su campaña, según la prensa española.

Chávez anda sobre terreno quebradizo: los líderes como él una mañana se despiertan sin su carisma. Le ocurrió a Carlos Andrés Pérez un 27 de febrero.

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