martes, 25 de enero de 2011


La Política, la no-política y la antipolítica


Jóvito Alacides Villalba

25 January, 2011


El “vivere político” maquiaveliano, la vida política según Maquiavelo, ese convivir cotidiano entre animales políticos, es el estadio social ideal para que florezca la democracia; a ella se opone, como su antítesis dialéctica, la tambien maquiaveliana “potestà assoluta”, es decir, la tiranía, la dictadura del Príncipe, la no-política.

Quien no entiende el “vivere político” pasa a ser, las más de las veces de manera inconsciente, aliado de quienes pretenden sustentar la “potestá assoluta”.

No entienden el “vivere político” quienes creen que el dialogo o la cortesía con el adversario son formas de claudicación o transacción, renuncia de lo que se dice defender. Ellos preferirían la incomunicación continua y hasta el enfrentamiento violento, son los no-políticos por excelencia, los que desearían cambiar la “potestá assoluta” del actual tiranuelo por otra, de mas o menos la misma tesitura, pero dirigida por ellos para que, simplemente, no se perturbe su tranquilidad ni económica ni social.

Los partidarios de la “potestà assoluta” se encuentran mayoritariamente agrupados, hoy por hoy, en las filas del régimen, pero tambien los hay en las de la oposición, aun cuando muy disminuidos y sin vocería de importancia. De todas maneras fastidian bastante, son aliados inconscientes del chavecismo y hacen causa común con esas almas pequeñas pero de ego grandioso que componen el sector de la antipolítica. No es necesario nombrarlos, ellos saben quienes son y la gente del movimiento unitario en la oposición tambien.

Todo antipolítico es un pichón en incubación de un no-político y a la larga, todo no-político degenerará, más tarde o más temprano, en soporte consciente o inconsciente de alguna dictadura. Por ello es que debemos tratar de actualizar nuestra percepción de la política, de los políticos y lo que es más importante aun, de los imprescindibles partidos políticos, solo asi entenderemos los caminos viables para la defenestración cívica del tarado que desgobierna.

De cualquier forma, el prestigio de Chávez es un prestigio que se fue.

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