lunes, 24 de enero de 2011


Una consigna demoledora…

OLGA K.


Siempre lo he dicho: El país empieza en mi acera.



Por eso me acerqué a uno de los 20 puntos donde los invasores de Chacao fracasaron al intentar validar la palabra presidencial. Todavía debo evaluar si el fracaso fue de la palabra presidencial o de la profundidad del compromiso revolucionario de los invasores. Hum…

Vi cómo golpeaban y pateaban nuestras patrullas nuevecitas, vi cómo derramaban basura en nuestras calles para impedir el paso, vi cómo la concejal chavista apoyaba el desmán contra el municipio y sus habitantes, vi a la funcionaria del Seniat con su franela y todavía me pregunto qué hacía allí el Seniat. Vi a la “defensora del pueblo” llegando a las 3.30 pm después de casi 12 horas desde que se les llamara para que intervinieran.

Vi a los invasores –que no damnificados- con Blackberrys.

Vi cómo se llevaron detenidos a 2 de ellos.

Vi a los vecinos, unos arrechos, otros preocupados.

Vi a la policía agotada.

Allí estaba… una raya imaginaria, separándonos.

Ellos allá, nosotros acá.

Me di cuenta que todos estábamos expectantes pero las expectativas de un lado y otro estaban enfrentadas.

Y lo comprendí ahí mismo. Comprensión que ascendió a mi garganta y se verbalizó en 3 palabras.

Empecé a palmear al tiempo que decía con toda la voz que soy capaz de alzar “Chávez, dales casas … Chávez, dales casas”…La consigna prendió enseguida. Se unieron más voces y más palmas. Chávez, dales casas. El volumen crecía. Y el sonido cruzó la barrera invisible.

Con esas 3 palabras, rompíamos la estrategia roja. Nos uníamos a su demanda en calidad de aliados y no de enemigos.

Chávez dales casas…Chávez dales casas…Chávez, dales casas.

Porque la verdad sea dicha, son muchas las casas y las cosas que Chávez le debe a este pueblo.

Chávez dales casas…Chávez dales casas…Chávez, dales casas.

Hubo un par de minutos de desconcierto del lado rojo.

¿Cómo? ¿Están pidiendo casas para nosotros? Es eso lo que dicen? ¡No puede ser!

Y pronto sus líderes se dieron cuenta de lo inconveniente de nuestra consigna.

Peligrosísimo que en vez de insultarlos y gritarles ¡Fuera! nos uniéramos a su reclamo. Se desmontaba la división, se desmoronaba el enfrentamiento. Les quitábamos el piso.

Y entonces ocurrió: sus líderes intentaron neutralizar el efecto de esas 3 palabras y los pusieron a correr hacia nosotros como para agredirnos.

No podían permitir que siguiéramos diciendo una consigna a su favor. El tinglado se les vendría abajo. La agresión como reflejo condicionado impide todo pensamiento individual y se actua como masa que solo ve el objeto a agredir.

Lideraba una mujer y los demás la siguieron.

La policía intervino.

Los detuvo.

Y a nosotros nos mandaron a callar.

Nos dijeron que era provocación.

¿Provocación?

No es una provocación desmontar el tinglado que nos divide en bandos. Pedir a voz en cuello Chávez, dales casa, no es provocación … es motivación que podemos compartir. Es deber ciudadano librarnos de ese juego desintegrador, del proyecto de división y ruptura que tan buenos dividendos deja al gobierno y tan vacíos de bienestar, concordia y progreso los bolsillos del pueblo.

Por eso escribo estas líneas.

Hoy, en la marcha del 23 de Enero, volveré a todo pulmón con la consigna Chávez dales casas … Chávez dales casas…

Créanme … los vecinos y yo vimos la reacción que produjo. Dio en el mero blanco.

Y si aun creen que es provocación, sea. Yo sí voy a provocar reencuentros.

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