El exterminio opositor
Argelia Ríos/El Universal, 12 de junio de 2009.
Es una mezquindad negar la importancia de la Mesa Unitaria: sobretodo si se reconoce el tempestuoso proceso que antecedió a su anuncio. Los recovecos que se transitaron para conseguir esa fotografía -y en especial sus desafíos inmediatos- ya le dan relevancia... Sin embargo, hay que señalar que la unidad no es un fin en sí mismo, sino el medio para convertir al campo democrático en una alternativa genuina y respetable... Una opción política no alcanza superioridad respecto de otra sólo porque abrace las ideas más correctas. Lo que define su éxito o su fracaso es lo que ella logre proyectar. La Mesa Unitaria debe mostrarse decidida a detener la programación oficialista, destinada claramente a exterminar a sus contrarios y a sacarlos de juego mediante la técnica del goteo. Nadie de salvará, aunque unos cuantos piensen que la cosa no es con ellos.
No es útil describir aquí los detalles expuestos en la imagen del martes: todo eso es inferior a las tareas pendientes; a las urgencias acumuladas por el retraso; a las exigentes decisiones diferidas y a los compromisos imposibles de seguir eludiendo. Atrás quedó el tiempo de las fintas, de las puestas en escena, de los trucos iluminados con flashes y de las declaraderas inocuas. El país democrático -que es gigante en relación con la Mesa- sólo quiere resultados y sabe que éstos dependen de comportamientos generosos y desprendidos: del coraje con que se acompañen las acciones...
Quienes suscriben la idea democrática saben bien que no existe por ahora otra arma de rebelión que no sea el voto terco y obstinado. El asunto no tiene discusión, salvo por los requisitos previos que la dirigencia está obligada a cumplir para defender con energía los mandatos derivados del sufragio... Las encuestas pueden pintar un panorama provechoso sin que ello signifique una evolución próspera de la lucha. La única garantía que existe para sacar ventajas de este momento es el compromiso con que la Mesa Unitaria se plantee sus graves prioridades. Una de ellas es diseñar una defensa firme del alcalde Antonio Ledezma, a quien el gobierno le ha reservado un guión idéntico al de los inhabilitados y al de Manuel Rosales.
Quienes aspiran a ser percibidos como una alternativa, deben comenzar por comprender el tipo de operación que el gobierno puso en marcha en ambas situaciones. El caso Ledezma hace parte de la misma trama escrita para acabar, uno a uno, con sus adversarios, poniendo a prueba la capacidad de respuesta y la disposición al sacrificio del elenco político democrático... Si esa Mesa no reacciona con seriedad frente a lo de Ledezma, si no asume una maciza estrategia de combate unitario, enfrentando toda clase de consecuencias, su derrumbe será inevitable. La alternativa no es alternativa si le saca el cuerpo a la defensa de sus conquistas. De lo contrario, resultará difícil preservar el voto como mecanismo para desafiar al gobierno.
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