jueves, 4 de junio de 2009


Opinión

El Universal, 4 de junio de 2009

Apuestas

Diego Bautista Urbaneja.

No sé cuánta gente está pensando que la crisis económica y social que dicen que se avecina va a producir por sí sola la caída de la popularidad de Chávez y luego su salida del poder. Si hablamos en el contexto en el que son el respaldo popular y los votos los que deciden la permanencia o no del referido personaje en el gobierno, apostar a la mera crisis es una jugada muy arriesgada y probablemente perdidosa. 

En otra perspectiva, desde luego que una crisis económica y social aguda pudiera conducir a situaciones de ingobernabilidad muy graves, que a su vez podrían conducir a desenlaces de otro tipo. Pero no es este el escenario en el que se ubica este artículo. 

Hace tiempo que las fuerzas democráticas del país han definido su objetivo político como el de construir una nueva mayoría, que de alguna forma tenga como consecuencia el desplazamiento democrático de Chávez del poder. Ahora bien, la crisis por sí sola posiblemente no produzca ningún efecto político automático en cuanto al respaldo popular a este gobierno. No resultará ella por sí sola en ninguna "nueva mayoría". Dada la índole del régimen, induce ciertamente medidas cada vez más radicales y amenazantes para grupos cada vez más amplios de la población. En tal sentido, aumenta la disposición de cada vez más personas a oír otras ofertas políticas. Pero estas han de producirse, y hasta ahora eso no ha ocurrido de la manera requerida. 

Se cuenta con acuerdos unitarios que constituyen un punto de partida. A ese nivel general, no hay obstáculos insuperables para llegar a una buena proposición al país. Se puede presumir que hay dificultades prácticas para de veras llevar a cabo algo que todos dicen desear, pero sería muy triste pensar que estas no puedan ser dejadas atrás. 

Hay dificultades más de fondo, atinentes a la revisión que habría que hacer al modo como se formula la propuesta, de forma de diseñarla de manera que llegue a nuevas audiencias. Por ejemplo, esa oferta alternativa tiene que pensarse teniendo en cuenta que algunos de sus destinatarios son personas que han estado apoyando este gobierno por diez años ya. En esa masa de la población hay una franja más descontenta y proclive a cesar en su apoyo que otro sector más incondicional. Pero esa gran franja decisiva debe tener -digo, para haber estado respaldando a este gobierno por tanto tiempo- un cuadro de expectativas y disposiciones respecto a cómo debe ser un gobierno venezolano, que en varios puntos no coinciden con las de quienes no han respaldado a Chávez, o han dejando de hacerlo con armas y bagajes, aunque haya sido recientemente. 

La comunicación política con ese sector del país requiere de un cierto trabajo de ajuste a ese perfil, para atenderlo y precaverlo. 

Esto constituye una etapa de elaboración más exigente que la de formular unos principios generales. Las fuerzas democráticas tienen que disponerse a un trabajo de revisión de mucho calado de los términos en los que formula sus mensajes. 

Lo que en todo caso no sería bueno de ver es a un país sumido en una crisis grave y que no disponga de opciones democráticas alternativas. No parece de todos modos el escenario más probable. 

Se ve más bien venir, dada la pendiente que ha tomado Chávez, la continuación de un deterioro gradual de todo, al mismo tiempo que el gobierno extiende sus tentáculos, por su parte, cada vez más largos y más débiles y de peor calidad. 

La lucha política posiblemente continúe en los términos en los que hoy por hoy la estamos llevando a cabo, lo cual impone la obligación a los fuerzas democráticas de ejercitar sin cesar sus músculos en cuanta forma esté disponible. 

A mi juicio "la crisis" no alcanzará el nivel necesario para detonar por sí sola desenlaces dramáticos en el corto plazo. Tampoco es probable que el petróleo le saque las patas del barro al gobierno. Todo indica que se mantendrá en lo que llamo su "precio de equilibrio político": aquel que no es ni tan bajo que el gobierno entre en pánico, ni suficientemente alto como para permitirle tapar sus errores. Lo que tienen entonces que hacer las fuerzas democráticas es resistir, defender las libertades y hacerse atractivas a esas personas que son imprescindibles para lograr esa nueva mayoría de la que tanto se habla. 

Alguna vez se me ocurrió definir la política como el arte de evitar que todo el mundo se ponga bravo el mismo día. Chávez está en camino de lograr esa calentera universal. 

DBURBANEJA@GMAIL.COM

 

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