El objetivo es crecer
Diego Bautista Urbaneja,
El Universal, 18 de junio de 2009
El objetivo central de cualquier estrategia democrática para los tiempos que vienen es la de crecer. Esta afirmación puede parecer una perogrullada, y en cierta forma lo es, pero su formulación y adopción real trae consigo conductas y actividades diferentes a las que en los hechos han dominado la actuación de las fuerzas democráticas del país.
La estrategia del goteo La estrategia implícita hasta ahora ha sido la de dejar que sea el deterioro y las fallas de Chávez y su gobierno las que produzcan un goteo de gente hacia el campo democrático, para obtener lo cual el centro de la actividad ha sido el de la crítica al oficialismo. De resto el lenguaje y los planteamientos de las fuerzas democráticas ha permanecido invariable a lo largo de ya mucho tiempo. En tal sentido, puede interpretarse que la estrategia a este respecto, -de nuevo implícita, no deliberada, no discutida a fondo- es la de consolidar lo que en cada momento dado es la porción democrática de la población, con un discurso crítico que no cambia y que se asume que el que entra en ese campo hará suyo. De hecho, hemos visto cómo las figuras que más recientemente han ingresado a estas filas, han terminado por usar, añadiéndole algunos matices, los mismos argumentos y el mismo lenguaje que quienes adversan a Chávez han venido usando desde hace años.
De este modo, los cambios son muy graduales. Cuando Chávez se va de boca, se pasa de 40 a 51, luego se baja a 45. Rondando por ahí. Se está pendiente al milímetro de lo que dicen las encuestas en cuanto a la curva de la popularidad de Chávez, a ver si el goteo ya cruzó la frontera del 50%. Se ven con sentimientos ambiguos las fluctuaciones del precio del petróleo.
La labor crítica y de denuncia es indispensable, no faltaba más. En el contexto venezolano tiene, además de su función natural en la política, otra quizás más importante. La de mantener activos los espacios de libertad, la de enviar la señal de que la pelea es peleando y de que aquí nadie ni se rinde, ni se duerme.
También hay que tener en cuenta que opera un "efecto rache", de que lo que cruzó la línea no se devuelve. El que votó NO el 15 de febrero definitivamente está en el campo democrático. Así que hay un piso mínimo de 45% del electorado, que puede considerarse sólido, producto de la estrategia de resistir, criticar y dejar que las fallas gubernamentales surtan sus efectos.
Para crecer con fuerza Pero, y este es el punto, si se quiere crecer de veras, de una forma más contundente, acumulativa y confiable que la del goteo, es necesario introducir modificaciones de peso en esa estrategia tácita que domina los mensajes y cuyas líneas centrales hemos tratado de delinear.
La primera, y quizás la más difícil de tragar, es ser más selectivos en cuanto a cuándo ocuparnos de Chávez y cuándo no. Tenemos que zafarnos de las reacciones automáticas de las que a veces parecemos presos. Hoy por hoy le hacemos SWING a todo. Me imagino que Chávez podría en un momento dado cavilar en términos como estos: "Hoy voy a decirle prostituta a Hillary. Puedo apostar cuántas energías van a dedicar mis adversarios a eso, a quiénes van a invitar a los programas de opinión, qué les van a preguntar y qué van a decir. Déjame tirarles ese hueso". Ya sé que ese cálculo no ocurre: Chávez hace cosas así simplemente porque él es como es. Pero el punto es que hay que discriminar bien entre cuándo confrontar a Chávez, en el caso de que por ejemplo proponga una medida amenazante para la democracia, y cuándo dejarlo "tranquilo". Y en la ocasión en que haya de enfrentársele, hacerlo no en tanto Chávez, sino en tanto propone algo que hay que rechazar.
Otra modificación es la que podemos llamar un "giro propositivo". Tenemos que pasar a hablar insistentemente de lo que las fuerzas democráticas pensamos hacer con el país cuando nos corresponda ser gobierno. Pasar rápidamente de la indispensable denuncia de una situación, al remedio que pensamos que le corresponde.
Además, comunicar todo eso a través de canales de comunicación de alcance directo y popular, mano en mano, cara a cara, organizados por las mismas fuerzas democráticas. A este respecto, sería ideal que por su parte el nivel granmediático se "reformateara" en consonancia con criterios como los expuestos, u otros que se consideren más adecuados, pero que presumo que irían en dirección similar. Tal como funcionan hoy en día, algunos de los grandes medios no van mucho en las direcciones que aquí se han sugerido.
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