sábado, 8 de enero de 2011


EL LIDERAZGO DE CAP

Demetrio Boersner

Carlos Andrés Pérez no sólo fue un gobernante democrático y progresista en su gestión interna, sino además un estadista de relieve internacional. América Latina y el Caribe lo miraban como el líder natural de sus esfuerzos democráticos, y como su vocero ante gobernantes de Norteamérica y Europa que lo escuchaban. Además era un mediador a quien recurrían con confianza para resolver conflictos regionales. Amigo tanto de Fidel Castro como de Gerald Ford y Jimmy Carter, fue incansable en su búsqueda de una solución del conflicto entre La Habana y Washington: cese del “bloqueo” yanqui a cambio de democratización del socialismo cubano. Es reconocido su rol histórico en el derrocamiento de la dictadura somocista y la recuperación del Canal por Panamá.
En las capitales de las potencias era reconocido como un líder importante de lo que en ese entonces se llamaba “Tercer Mundo” o “mundo periférico”, y hoy se denomina “el Sur”: la comunidad de países en desarrollo que, después de emanciparse del colonialismo clásico, anhelan transformar el orden económico internacional en un sentido de mayor equidad. En la década de los setenta, el ensayo del “Diálogo Norte- Sur” en procura de un “Nuevo Orden Económico Internacional” tuvo como protagonista fundamental la Venezuela de Carlos Andrés Pérez y Manuel Pérez Guerrero. Al mismo tiempo, CAP vinculó al movimiento socialdemócrata venezolano a la Internacional Socialista, y fue reconocido por Willy Brandt y Olof Palme como emblemático líder socialista democrático del “Sur”, junto al africano Julius Nyerere.
Carlos Andrés fue favorecido por la excepcional bonanza petrolera durante su primer gobierno. No manejó adecuadamente la “danza de los millones”, causante de los desaciertos y defectos que sin duda tuvo. Pero la mayor parte de aquella riqueza fue invertida en insignes obras de desarrollo económico, elevación del nivel de vida del pueblo, y progreso educativo, cultural y científico. Asimismo, la bonanza ayudó a CAP en su histórica hazaña de nacionalizar las industrias del petróleo y del hierro. Su segundo gobierno careció de los recursos del primero y coincidió con el repliegue mundial del Sur ante los dictados del Consenso de Washington. Pese a ello, la diplomacia venezolana mantuvo su prestigio y su contenido progresista.
Tuve el honor de servir al presidente Pérez como su director de política internacional y embajador. Me concedió fácil acceso a su persona y me mostró gran confianza y amistad. Prologó mi libro sobre la Socialdemocracia. Saludo su memoria con gratitud y hondo pesar.
El Nacional, 05-01-20

No hay comentarios:

Publicar un comentario