LA NUEVA ASAMBLEA
RAMÓN GUILLERMO AVELEDO
Se instaló el miércoles la Asamblea Nacional 2011-2015 en un ambiente que casi parecía de normalidad democrática. Indicio que ojalá apreciaran en las alturas, de que esa normalidad todo el país la quiere, pero siente que no la tiene.
Sendas manifestaciones, pacíficas, acompañaron a los parlamentarios que se posesionaron de su responsabilidad, y el país espera que se dediquen sin demora a su trabajo, que puede resumirse en contribuir saldar el pasivo que los poderes públicos tienen con los venezolanos de carne y hueso, y con la Constitución, deuda que se acumuló con la colaboración, activa o pasiva de su antecesora.
El gobierno se mostró interesado en que el acto, que debe ser de absoluta regularidad republicana, transcurriera pacífica y ordenadamente en los alrededores del Capitolio. Las fuerzas del orden público actuaron correctamente, y también la gente.
La absurda previsión reglamentaria de limitar la instalación a 8 minutos por lado quedó evidenciada en su inviabilidad. Ni siquiera la que fue Presidenta de la Asamblea que aprobó esa norma la cumplió.
Las intervenciones de la bancada oficialista en la cámara muestran su renuencia a comprender qué pasó el 26 de septiembre de 2010, así como una severa impermeabilidad a las señales de la realidad, que no son escasas. También que van a tener que acostumbrarse a debatir con argumentos, en vez de cayapear al puñado de héroes que fueron los diputados de Podemos y el Frente Humanista en la pasada legislatura. De ese lado proliferaron insultos, ataques personales, versiones, desde luego parciales, de lo ocurrido hace más de cuarenta años, y repetición de consignas y estribillos francamente gastados. La fracción del Psuv tendrá cinco años para demostrar que no es una barra o una pandilla en la esquina de un bar.
Las palabras del bloque de la Unidad, unas mejores que otras, fueron coherentes y su mejor éxito estuvo en hacer presentes a la gente y sus problemas: inseguridad, costo de la vida, empleo, vivienda, salud, seguridad social, así como en subrayar el carácter minoritario del gobierno y sus políticas en el país. Ese 52% que le quita el sueño y le altera la digestión a quienes quieren creer que su poder es eterno. De seguro irá ajustando, tendrá que hacerlo muy pronto, su proceso de toma de decisiones en cuanto a estrategia parlamentaria, para ser tan eficaz como sus electores esperamos.
El Presidente de la Asamblea merece referencia aparte. Aunque quien escribe está muy lejos de sus ideas y actitudes políticas, piensa que es un comunista serio, respetable en sus creencias y coherente con ellas, en absoluto confundible con esos traficantes y oportunistas que abundan en el rojo ámbito. Sus palabras del domingo 2 en Últimas Noticias, sensatas y respetuosas, y sus declaraciones de los días subsiguientes lo comprometen. Su manejo de la sesión fue, en términos generales, correcto. Que su catequístico discurso de instalación haya sido una pieza de arqueología ideológica se comprende, aunque hay que decir que nada tiene que ver con la realidad pretérita que se esmeró en analizar, ni mucho menos con las necesidades actuales y las esperanzas futuras del pueblo venezolano. En cambio, la escogencia de los parlamentarios oficialistas para la comisión que estudia los casos de los diputados en quienes se está violando el artículo 200 constitucional fue particularmente infeliz. Más aptos para un pelotón de fusilamiento que para la apreciación objetiva de los hechos, los parlamentarios gubernamentales designados por él son la peor escogencia posible. Y qué decir de su discurso en la Plaza O’Leary ante el mitin uniformado. No le toca al presidente de la AN, amenazar con “carajazos y carajazos a esa oposición escuálida”. ¿qué le pasó? ¿es ese el “otro yo” de quien había contrastado por su relativa ponderación con la camorra a la que se nos tiene acostumbrados? Algo debió influir en él, porque adulante no parece.
¿Cómo tiene que ser la nueva Asamblea? Saberlo es fácil. Mientras más diferente a la anterior, mejor. Más trabajadora, más responsable, con más personalidad, más respetuosa de los ciudadanos y de su juramento ante la Constitución. El juicio que el pueblo tiene del parlamento que murió el 3 de enero es público, y oficialmente constatado. Siete de cada diez diputados que se postularon en la primaria del PSUV perdieron. Unos pocos se salvaron, principalmente porque el Presidente los puso en puestos salidores. Otros, como quien era jefe de su bancada, no pudieron revalidar su credencial el 26 de septiembre. El que tenga ojos…
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