martes, 4 de enero de 2011


LA PELEA ES PELEANDO
Teodoro Petkoff
Talcual
El año 2010 terminó con Chacumbele abroquelándose tras una muralla de leyes, aprobadas a toda carrera por la moribunda Jaula de las Focas, que no hablan propiamente del Chávez sobrado y arrogante de años anteriores sino de uno que siente el piso moverse, que su respaldo popular se achica y se ve obligado a asumir una postura defensiva.
El bunker legislativo tras el cual Chacumbele pretende escudarse es la evidencia de que siente que para hacer avanzar el proyecto personalista que le es propio necesita acentuar todos los elementos que configuran un régimen dictatorial y, peor aún, algunos de los rasgos que caracterizan un régimen totalitario.
Para el “socialismo del siglo XXI” no sólo no existe de su parte disposición consensual alguna sino ni siquiera con sus propios partidarios considera necesario debatirlo.
La manera como el Presidente hizo aprobar las leyes por las focas, a las cuales tomó completamente por sorpresa, revela que el “socialismo del siglo XXI” es concebido por él como fruto de una imposición a la brava sobre la sociedad y hasta sobre sus propios seguidores, en parte de los cuales siente ya bullir el descontento.
Chacumbele ha ensanchado el camino que conduce al ejercicio dictatorial del poder, pero como ha venido sucediendo con todos sus actos, estos poseen una naturaleza ambivalente. Por un lado, proyectan la imagen de un mandatario todopoderoso, que hace lo que le da la gana, pero por el otro generan cada vez más rechazo y repudio hacia sus políticas y conductas.El 26 de septiembre marcó un punto de inflexión en la tendencia hacia la baja en su sostén popular, que ya desde 2007 comenzaba a abrirse paso, pero que en las elecciones parlamentarias alcanzó el punto de no retorno.Desde ese momento en adelante, el proceso de erosión en la antigua base popular de Chacumbele ha adquirido un carácter sostenido y permanente, literalmente irreversible, a menos que la oposición cometa improbables errores garrafales.
El Presidente lo sabe. Sabe que limpiamente no podría ganar la elección de 2012 y de allí que esté tomando todas las medidas para crear un ambiente políticamente asfixiante, dirigido a desmoralizar y desmovilizar a esa mayoría a la cual ya sabe contraria a sus designios. Quiere ganar por forfait. Sin embargo, no podrá.
Su propia acción está generando los factores que impulsan la reacción de un país que siente ya inaguantables los extremos de abuso y atropello alcanzados por el gobierno y ve con activa preocupación las señales de un empeoramiento generalizado de la vida nacional, en general, y de la económica en particular.
La reciente devaluación no sólo agrava la indetenible inflación que corroe sueldos y salarios sino que pone de bulto las graves dificultades que confronta el propio gobierno en el manejo de la economía y del fisco.
El país sabe que este gobierno alcanzó su nivel de incompetencia y no está dispuesto a pagar los platos rotos por un grupo de incapaces y corruptos, encabezado por Chacumbele, que ahora, para colmo, pretende cruzar el umbral de la dictadura.

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