LAS RELACIONES CUBA-VENEZUELA
Carmelo Mesa Lago
La Vanguardia
La economía cubana se estima oficialmente que creció 1,4% en el 2009 (la tasa menor desde 1998); aumentó 0,8% en la primera mitad del año y se desaceleró a 0,6% en la segunda mitad, al contrario de la recuperación generalizada de América Latina y el Caribe (ALC) en el segundo semestre. La Cepal calcula el crecimiento cubano en un 1% y las dos cifras colocan a la isla entre los diez países de la región cuyo producto aumentó y su tasa fue superior al promedio regional de -1,7%.
En su informe anual, la Cepal asevera que Cuba “afronta una situación tan adversa como la del periodo especial de los noventa”. Dicho informe y el de Marino Murillo, ministro de Economía y Planificación, ante la Asamblea Nacional identifican los graves problemas económicos y sociales que afligen a la isla: caída en un 40% del precio mundial del níquel (la exportación principal); mengua de las exportaciones en un 23% y en un 37% las importaciones; deterioro notable de los términos de intercambio por segundo año consecutivo; ligero aumento del número de turistas pero 12% de disminución de sus ingresos por un gasto menor de los visitantes; pobre zafra azucarera, que impidió aprovechar el alza récord en 29 años del precio mundial del dulce; estancamiento o disminución de la producción agrícola para exportación (banano, cítricos y piña); decrecimiento del sector industrial en un 2% y estancamiento del comercial; desplome de la inversión bruta en un 25% (después de tres años de estancamiento); contracción de la construcción por la paralización de muchos proyectos de inversiones (se edificaron 29.000 viviendas frente a 530.578 destruidas o dañadas por cuatro huracanes en el 2008); peores restricciones al financiamiento y al crédito de proveedores externos (se les adeuda entre 400 y 670 millones de euros); incumplimiento en el pago del servicio de la deuda; déficit en la balanza de pagos equivalente a varios puntos del PIB; reducción de ingresos fiscales y política restrictiva que demandó dos recortes en el presupuesto estatal; racionamiento de la electricidad, y declive de la productividad.
Los escasos factores positivos en la economía cubana fueron: una pequeña baja de los precios al consumidor (excluyendo las ventas en las tiendas en divisas); una tasa de desempleo del 1,7%, la menor en la región (pero, según Murillo, con “subempleo y exceso de trabajadores en la mayoría de las actividades”); reducción del déficit fiscal del 6,9% al 4,8% (por la política fiscal restrictiva); aumento en un 3,4% del consumo del Gobierno y de los servicios gubernamentales (a un ritmo menor que en el 2008); incremento de la producción agropecuaria en un 4,5% (aunque Cuba había admitido una caída del 11% en la agricultura no cañera el primer semestre); la sustancial ayuda de Venezuela; un préstamo de China por 400 millones de euros, y la flexibilización de EE. UU. a los viajes y remesas de cubanoamericanos.
El comercio y la ayuda económica de Venezuela a Cuba fueron cruciales en el 2009: suministro de 115.000 barriles diarios de petróleo a precios subsidiados; compra de servicios de profesionales cubanos que trabajan en Venezuela (por más de 3.000 millones de euros en el 2008) y la mayor inversión extranjera (173 proyectos por 1.300 millones de euros en el 2009). Dos interesantes paradojas: la economía de Venezuela cayó un 2,3% en el 2009 mientras que la de Cuba creció entre un 1% y 1,7%, y la Cepal prevé para el 2010 un crecimiento del 2% en Venezuela frente al 3% en Cuba.
En el periodo 2005-2009, Venezuela sufrió una pérdida neta de capital de 75.800 millones de euros y la inversión extranjera directa disminuyó casi 2.000 millones sólo en el 2009; la remuneración real media disminuyó un 30% entre el 2001 y el 2009 y la inflación fue del 25% en el 2009 (por segundo año consecutivo), la mayor de ALC y seis veces el promedio regional. El precio mundial del petróleo a fines del 2009 estaba un 40% por debajo del máximo y el 98% del ingreso del Gobierno viene del impuesto a la exportación del crudo. Al inicio del año Chávez devaluó de nuevo el bolívar, lo que afecta especialmente a los grupos de ingresos más bajos. Otro contrasentido: el país que ayuda parece estar en peores condiciones económicas que el ayudado. En vista de estos datos, sorprenden la firma por Venezuela de acuerdos por 2.000 millones de euros con Cuba para el 2010 (50% más que el 2009) y el pronóstico del ministro de Economía venezolano de que el comercio entre los dos países aumentará un 43% en el 2010 sobre el 2008. Dicho comercio es fuertemente deficitario para Venezuela. En el 2008 Cuba le exportó por 270 millones de euros pero importó por 2.900 millones, resultando en un déficit con Venezuela de 2.630 millones. ¿Cómo puede Venezuela mantener esa enorme ayuda ante los recortes internos, fuerte caída del salario real, inflación galopante y disminución del poder adquisitivo de la gente? El viceministro de Exteriores de Cuba, Rogelio Sierra, ha dicho: “Seríamos tontos de caer en la misma dependencia económica que tuvimos con la URSS y EE. UU.”. Pero lo anterior demuestra la fuerte y creciente dependencia económica de Cuba con Venezuela: si la economía venezolana se deteriora o su Gobierno pierde las elecciones parciales en el 2010, los daños para Cuba serían considerables.
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