JESUS "CHUO" TORREALBA
Militares en traje de campaña jurando fidelidades en televisión y
gritando lemas políticos, políticos oficialistas injuriando y amenazando
con mazos de mentiras, funcionarios hablando de fantasiosas “amenazas
extranjeras” mientras agreden economicamente al pueblo y en particular a
sus propios votantes: En el gobierno todo es zozobra, confusión,
agresividad, caos… y nada de soluciones. Mientras mas se debilita el
gobierno, mas irresponsable se vuelve. Fue en ese contexto que
Venezuela escuchó una vez más al inquilino de Miraflores hablando de
golpe de estado la noche del jueves 12, precisamente la misma noche que
su gobierno perpetró la mas reciente y horrenda megadevaluación de la
moneda, detalle que obviamente no mereció del mandatario ni la más
pequeña referencia…
En Venezuela efectivamente se esta perpetrando un golpe. Un golpe
feroz contra el estómago y el bolsillo de los ciudadanos. Un golpe que
ha colocado a millones de venezolanos por debajo de la linea de pobreza,
que profundiza la miseria que viven nuestros sectores populares y que
empobrece aun más a la ya agredida clase media. Ese golpe se
materializó el jueves 12 de febrero cuando se hizo pública la tercera
tasa de cambio oficial, precisamente el único tipo de cambio a que
tendrá acceso (supuestamente “libre”) la ciudadanía, con una paridad que
arranco en Bs. 170 por dólar y que el viernes 13 siguió subiendo, para
situarse en Bs. 174.
Como oportunamente recordó el periodista Damian Prat, en 1999 la tasa
de cambio era de 574 bolívares por dólar. En bolívares constantes de
1999 tenemos una devaluación de 574 a 170.000 bolívares por dólar
ahora. Si convertimos a la reforma hecha en 2008, cuando se le quitaron
tres ceros a nuestro signo monetario para crear el mal llamado “bolívar
fuerte”, tenemos una devaluación para el período 1999 -2015 de 0,57
bolívares por dólar a 170 bolívares por dólar. En cualquier caso, los
venezolanos hemos presenciado un brutal proceso de destrucción de
nuestro signo monetario y de nuestra economia.
Lo más criminal es que este proceso de destrucción del bolívar y de
la economía venezolana coincide con el período en que Venezuela ha
tenido la bonanza petrolera más alta y mas larga de toda nuestra
historia, disponiendo de precios internacionales del petróleo con un
promedio que ha estado por encima de los 90 dólares el barril durante 12
años seguidos, recibiendo un ingreso total que ronda el millón de
millones de dólares.
Pero por larga que sea la fiesta, todo tiene su final: La caída de
los precios internacionales del petróleo encuentra a Venezuela no sólo
sin ahorros, sino además con una deuda monstruosa. Eso el gobierno no
puede explicarlo, pues hacerlo implicaría reconocer su inmensa
corrupción y su gigantesca ineficiencia. Por eso recurre a historias
fantasiosas, que solo persiguen crear falsos culpables de la crisis que
ellos mismos han generado para asi evadir su responsabilidad.
El primer intento de esas narrativas fallidas fue el de la llamada
“guerra económica”, que intentó hacer creer que la destrucción de la
economía con más recursos de toda América Latina es responsabilidad no
de ellos que manejan el poder, sino de quienes no lo tienen. Ese cuento
se cayó. La tesis de la “guerra económica” no se las creyó nadie.
Cuando para darle alguna credibilidad a esa versión procedieron a hacer
presos a directivos de cadenas de farmacias y de mercados populares
privados, el rechazo popular fue tal que decidieron cambiar de historia,
es decir, cambiar de mentira. Y retomaron una que han usado muchas
veces: el cuento del “Golpe de Estado”, del “Magnicidio”, la telenovela
de la “agresión imperial”, etc..
Como a la mentira anterior, esta tampoco se la va a creer nadie:
¿Quién va a querer tumbar a un gobierno que se esta cayendo solo, como
consecuencia de sus propios errores? ¿Quién se va a ensuciar las manos
tumbando un gobierno que esta en el suelo? Nosotros no queremos que
“tumben” al gobierno: ¡Nosotros vamos a derrotarlo con votos!
Ratificamos que nuestro objetivo es el cambio urgente de gobierno y de
modelo, y que ese cambio lo vamos a lograr no con Tucanos, como
intentaron criminalmente los golpistas de 1992, sino con votos, con
organización y movilización popular. Y -como ya lo logramos en San
Diego, en San Cristobal, en la ULA, en la UCV, en el Colegio de
Ingenieros, en tantos otros espacios de la lucha política y social- el
volumen de esa victoria será tan amplio, sera tan aplastante la
avalancha de la nueva mayoría democrática, que ni con la
institucionalidad secuestrada los corruptos y los boliburgueses podrán
desconocer la decisión del pueblo.
Mire a donde mire, el venezolano hoy sólo encuentra razones para el
cambio: La precariedad, la inseguridad y la rabia es lo que rodea hoy
al hombre que cada día tiene mas problemas para llevar alimentos a su
casa, a la mujer que cada noche teme mas por la vida de sus hijos, al
joven que cada vez se indigna mas por la falta de futuro. Ante esa
situación el gobierno solo empeora las cosas con su discurso violento y
su accionar irresponsable, mientras la Alternativa Democrática se
conduce con la serena firmeza de quien sabe que va a ser gobierno dentro
de poco, y por eso mismo debe construir confianza. Unidad, calle y
voto sigue siendo la fórmula para el cambio de verdad, el cambio en
positivo, el cambio duradero. ¡Palante y sin miedo! ¡Palante y con fe!
¡Fuerza, Venezuela!
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