YO ESCRIBÍA EN TALCUAL
Leandro Area
Ya
se sabe, más no lo suficiente, que el periódico TalCual en su edición impresa
diaria dejará de salir a la calle a partir del 27 de febrero sobre todo por el
capricho, la venganza, de un funcionario del gobierno.
TalCual
fue desde sus inicios una de las moradas dignas, de las pocas que quedan en
Venezuela, para los que creyendo en la fuerza de las ideas apostamos por la
emoción de las palabras y la libertad de expresión como pilares fundacionales
del respeto a los derechos humanos y la democracia.
Con
este objetivo se convirtió en un medio opositor para decir en público, a riesgo
pero sin miedo, lo que cada vez más se diluye en cuchicheo y censura; un
instrumento para educar el carácter civil y social que sin él permanecería
inconcluso; ideas que en su ausencia habrían quedado huérfanas de réplica,
debate y construcción de opinión pública, que en eso se basa en gran medida el papel
de la inteligencia como madre propiciadora de diálogo más allá de nuestras
diferencias. Y todo esto en un país que se revuelca en el infortunio de verse
acorralado, sobre todo en lo que a su capacidad creadora se refiere, por los
que se aferran al poder y no oyen. Y la palabra es una de esas perseguidas.
País
decía, al que se ha intentado brutalizar con todos los recursos del odio, ya
que el error, la prepotencia o la corrupción por sí solas no permitirían
comprender en su totalidad la magnitud de este fracaso que no es producto tan
solo de equivocaciones, por más continuadas, obstinadas y soberbias que sean, sino más bien desprecio.
Es
odio como política de Estado, es vejación que sin llegar al brutal exterminio, se
ha inventado una forma de ruina progresiva del otro, de su ciudadanía, por vías
legales y para-legales y cobardemente aceptadas por tantísimos miembros de la
comunidad internacional, para quienes valores y principios democráticos sin
pedir más allá, son hazmerreir de burócratas y de jefes de estado y de gobierno
que apuestan más bien por el pragmatismo sinvergüenza o la política de los tres
monitos (ni oigo ni miro ni hablo) frente a lo que ocurre en sus propias
narices y que hoy contamina a todos por doquier.
Porque
las cosas no andan bien en el mundo. Por donde usted lo mire hay eventos
concretos que apuntan hacia la destrucción y la barbarie mientras los líderes del mundo vagan a la deriva sin
que quede la menor duda de que la maldad y el atropello siguen su curso a una
velocidad inalcanzable.
En
este mare mágnum TalCual deja un ejemplo, un rastro, una escuela de voluntad y
tesón, arte de pelear contra las cuerdas, sin recursos materiales pero con principios
y ahíncos, acompañado por gente que uno ni conocía ni aún conoce, pero sabía
que compartía, comparte, ese dolor y orgullo ancestral de ser venezolanos.
A
mí que me cuesta tanto despedirme de lo
amado, a quién no, me niego a que sea luto lo que siento, es ánimo más bien, es
rabia, todo junto, es ilusión del nieto que vendrá y anda en camino, porque a
la patria la miro barrigona.
Leandro
Area
No hay comentarios:
Publicar un comentario