"Aunque tenga que pisar algunos callos cercanos, considero mi deber ciudadano expresar lo siguiente:
No comparto ni pienso firmar el llamado ACUERDO NACIONAL PARA LA
TRANSICIÓN, porque el mismo reincide en presentar una iniciativa
separada del conjunto de los actores de la oposición en un momento en el
que se requiere una acción unitaria y coherente hacia objetivos
inmediatos y definidos en conjunto.
Digo que reincide, porque ya
el mismo grupo promotor de esta acuerdo lanzó el año pasado una
iniciativa desde fuera de la Unidad -llamada #LaSalida-
que mucho daño y retroceso produjo en el esfuerzo democrático. Luego
del fracaso de #LaSalida lanzaron de manera simultánea otras dos
iniciativas paralelas: la convocatoria de una "Asamblea Constituyente" y
la organización de un "Congreso Ciudadano", ambas también fracasadas.
Además de su condición formalmente divisionista, el referido Acuerdo
parte de un equivocado fundamento conceptual, cual es la solicitud de
renuncia del presidente y su gobierno. Una petición nada golpista y
totalmente legal en el marco de la Constitución, pero que coloca en
manos de nuestros perversos adversarios la solución de la gravísima
crisis que sufre Venezuela. Si Maduro no los complace con su renuncia,
ya la petición pierde todo valor... A menos que se esté dispuesto a
apelar a otros recursos para hacerla cumplir (algo que ya se intentó sin
éxito el año pasado).
El país está a las puertas de un evento
electoral que renovará al segundo poder en peso específico dentro del
Estado, que puede convertirse en el primero si la oposición llegare a
alcanzar la mayoría calificada. Todo indica que la Unidad Democrática
posee la perspectiva de obtener, por primera vez, una victoria
contundente a prueba de las trampas y ventajismos que ya conocemos.
Queda poco tiempo para preparar y organizar esa victoria, que no será
fácil de "cobrar", como les gusta decir a los juan charrasqueados
criollos. ¿Por qué entonces se insiste en jugar adelantado, lanzando
políticas alternas y simultáneas que se caen por su propio peso, dividen
y distraen nuestros esfuerzos y recursos que son escasos?
Y por
si no se han dado cuenta, estamos a 9 meses -la duración de un
embarazo- de poder convocar un referendo revocatorio contra el
presidente. Que es, ni más ni menos, una petición de renuncia cuyo
desenlace no lo decide el impugnado (ni un grupete de complotados a
medianoche) sino los mismos ciudadanos que en este momento expresan su
abrumador rechazo al susodicho.
Respeto a los tres dirigentes
promotores de estas iniciativas y soy solidario con ellos ante las
injustas prisiones y persecuciones a que los somete el régimen. Así lo
hago público con la frecuencia debida. Pero no puedo compartir sus
constantes intentos de crear una fuerza propia a partir de la natural
desesperación que sufren los ciudadanos, desarrollada al margen -y a
menudo en contra- del esfuerzo y la estrategia común que tanto
requerimos.
En lo dicho pongo mi firma: Thaelman Urgelles
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