FERNANDO MIRES
Escribo esta breve nota con la
improvisación inevitable que surge frente al desconocimiento de hechos
que seguramente están ocurriendo detrás de los bastidores públicos.
Hecha esta salvedad, la impresión
general de los medios internacionales es que con la detención del
alcalde de Caracas, Antonio Ledezma (19. 02) el mandatario Nicolás
Maduro ha cruzado la línea que separa lo que fue una vez un gobierno
popular y constitucional de un gobierno militar e incluso de una
dictadura militar.
El propósito de la detención de Ledezma,
afirma la gran mayoría de los periódicos, no tiene nada que ver con
algún hecho realizado o propiciado por el alcalde, sino más bien con una
cálculo del gobierno, cálculo que apuntaría a los siguientes objetivos:
1. Demostrar a la
oposición, pero sobre todo a sus propios seguidores, que a pesar de su
enorme impopularidad, reflejada en todas las encuestas (incluyendo las
oficialistas), el gobierno mantiene pleno control sobre los mecanismos
fácticos del poder.
2. Provocar y
acentuar la división opositora entre los que sustentan la opinión de que
frente a un tipo de gobierno como el de Maduro no puede haber ninguna
salida electoral y los que afirman que las elecciones son la única vía
para derrotar al gobierno.
3. Desplazar la
lucha desde el espacio político y social al espacio policial y militar
en el cual el gobierno puede sentirse mucho más seguro.
4. De acuerdo a los
puntos anteriores, la detención de Ledezma amenaza ser solo el comienzo
de una escalada represiva cuyo objetivo deberá culminar con la
ilegalización de toda la oposición a fin de suspender o postergar hacia
una fecha no determinada la celebración de las elecciones parlamentarias
de 2015.
5. La opinión general es que en Venezuela está teniendo lugar un golpe de Estado realizado desde el Estado.
No deja de llamar la atención que la
detención del alcalde Ledezma, a diferencia de la que fue objeto el
dirigente del partido Voluntad Popular, Leopoldo López,
no se dio después de ninguna gran movilización social. Es decir, no fue
una reacción frente a determinados hechos sino una simple anticipación
destinada a provocar una situación de caos con el muy poco oculto
propósito de legitimar una salida militar. Maduro intentará,
evidentemente, aparecer ante el mundo no como lo que parece ser y está
siendo (un autogolpista) sino como el restaurador de un orden
institucional que jamás ha sido cuestionado por la gran mayoría de la
oposición venezolana.
Hasta el momento se ignora la reacción
de la OEA y de los gobiernos más democráticos de América Latina frente
al autogolpe que ya está teniendo lugar en Venezuela.
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