EL PODER DE LOS SIN PODER
LUIS UGALDE SJ
Ahora me preguntan directamente: “¿Usted
va a votar, o no?”. Respondo: “Iré a votar cuando haya elección libre y
democrática; no iré a esta votación dictatorial y fraudulenta, impuesta
por el régimen para suprimir la elección presidencial democrática de
2018 y perpetuar la actual catástrofe nacional con Maduro. Con razón los
obispos recientemente pidieron aplazar los comicios del 20-M para tener
la debida elección presidencial con condiciones justas. También lo hizo
Averu (Asociación de Rectores Universitarios). Todos los países
democráticos así lo ven y avisan que no reconocerán el fraude de mayo.
También los candidatos opositores debieran exigir aplazamiento y
elecciones con condiciones democráticas para fines de año, y, en caso de
negativa, renunciar, dejando en evidencia y soledad al dictador.
Los venezolanos no saldremos de esta
tragedia sin una unidad superior indispensable para reconstruir la vida,
una sociedad de necesidades fundamentales garantizadas, con comida,
medicinas, ingresos, libertades y esperanza. Por lo menos 8 de cada 10
venezolanos reclamamos cambio político. En las monarquías absolutas y
dictaduras la soberanía está usurpada por el tirano que usa las leyes
como instrumentos de dominación. Los venezolanos en décadas anteriores,
aunque de modo deficiente, vivimos y gustamos la democracia con tales
logros socioeconómicos que millones de otros países se acogieron a
nuestras libertades y oportunidades. No somos un pueblo sometido que no
añora la libertad y la prosperidad porque nunca las saboreó.
De unidad pasiva a la activa
La gran mayoría de los venezolanos
somos víctimas de este impresionante desastre humano. Descubrimos la
unidad pasiva como miembros de la fosa común, víctimas de la misma
catástrofe, sin que nos salve ningún color político. Sobre esta
condición común impuesta debemos reconocernos y generar nexos de
solidaridad y de simpatía, identificar cuál es la enfermedad y el virus y
cuál el agente político que nos lo inocula hasta someter al país
entero a esta postración y agonía. ¿Qué modelo político y quiénes son
los enemigos comunes? Al mismo tiempo descubrimos que ese enemigo común
de la sociedad venezolana quiere perpetuarse y para ello inventó las
votaciones del 20-M, excluyendo a candidatos y partidos verdaderamente
opositores, testigos internacionales, auditorías y árbitros
independientes. El régimen logró que los opositores y demócratas vayan
divididos y sabe de antemano con cuántos votos va a proclamar su
triunfo. Y por si algo pudiera fallar al final, cuenta con el
anticonstitucional poder absoluto de la asamblea constituyente para
quitarle todo valor a los votos opositores, como lo hizo en la elección
del gobernador del Zulia.
Más allá de la ya existente unidad
pasiva (víctimas comunes del desastre impuesto por un régimen tiránico),
tenemos que avanzar, hacia una unidad activa de ciudadanos para la
reconstrucción nacional y renacer con una economía, sociedad y política
plurales, con un proyecto compartido y liderazgos que antepongan las
necesidades comunes a su pequeño mundo de intereses. ¡Una primavera
para que brote la ciudadanía en cada uno y la soberanía en todos juntos!
La gran lucha de Venezuela, frente al poder que se impone y quiere
cerrar toda alternativa, es levantar el poder de los “sin poder”, el
poder soberano de su conciencia y responsabilidad ciudadana. En Alemania
Oriental la víspera de la caída del Muro de Berlín parecía que el
régimen policial tenía todo el poder controlado y sin grietas, pero
cuando las conciencias de millones tomaron en silencio su decisión de
reconocerse unos con otros como “poder originario” y no seguir sometidos
a la tiranía usurpadora, el Muro se cayó y las armas callaron, pues ni
los militares quisieron disparar contra el pueblo, al reconocer que
ellos mismos lo eran. El poder de los sin poder amaneció irresistible y
cargado de esperanza.
¡Venezuela despierta!, como nos llamó
Juan Pablo II, despierta unida para juntos reconstruir las condiciones
de vida para los que estamos aquí y para los millones que fueron
expulsados. Ante este reto del despertar nacional, queda en evidencia la
fraudulenta votación perpetuadora del 20-M y haremos que al día
siguiente la necesidad de cambio sea un clamor mayor y genere una
acción más unida y eficaz.
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