viernes, 11 de mayo de 2018

EL PODER DE LOS SIN PODER

  















       LUIS UGALDE SJ

Ahora me preguntan directamente: “¿Usted va a votar, o no?”. Respondo: “Iré a votar cuando haya elección libre y democrática; no iré a esta votación dictatorial y fraudulenta, impuesta por el régimen para suprimir la elección presidencial democrática de 2018 y perpetuar la actual catástrofe nacional con Maduro. Con razón los obispos recientemente pidieron aplazar los comicios del 20-M para tener la debida elección presidencial con condiciones justas. También lo hizo Averu (Asociación de Rectores Universitarios). Todos los países democráticos así lo ven y avisan que no reconocerán el fraude de mayo. También los candidatos opositores debieran exigir aplazamiento y elecciones con condiciones democráticas para fines de año, y, en caso de negativa, renunciar, dejando en evidencia y soledad al dictador.
Los venezolanos no saldremos de esta tragedia sin una unidad superior indispensable para reconstruir la vida, una sociedad de necesidades fundamentales garantizadas, con comida, medicinas, ingresos, libertades y esperanza. Por lo menos 8 de cada 10 venezolanos reclamamos cambio político. En las monarquías absolutas y dictaduras la soberanía está usurpada por el tirano que usa las leyes como instrumentos de dominación. Los venezolanos en décadas anteriores, aunque de modo deficiente, vivimos y gustamos la democracia con tales logros socioeconómicos que millones de otros  países se acogieron  a nuestras libertades y oportunidades. No somos un pueblo sometido que no añora la libertad  y la prosperidad porque nunca las saboreó.
De unidad pasiva a la activa
La gran mayoría de los venezolanos somos víctimas de este impresionante desastre humano. Descubrimos la unidad pasiva  como miembros de la fosa común, víctimas de la misma catástrofe, sin que nos salve ningún color político. Sobre esta condición común impuesta debemos reconocernos y generar nexos de solidaridad y de simpatía, identificar cuál es la enfermedad y el virus y cuál el agente político que nos lo inocula hasta  someter al país entero a esta postración y agonía. ¿Qué modelo político y quiénes son los enemigos comunes? Al mismo tiempo descubrimos que ese enemigo común de la sociedad venezolana quiere perpetuarse y para ello inventó las votaciones del 20-M, excluyendo a candidatos y partidos verdaderamente opositores, testigos internacionales, auditorías y árbitros independientes. El régimen logró que los opositores y demócratas vayan divididos y sabe de antemano con cuántos votos va a proclamar su triunfo. Y por si algo pudiera fallar al final, cuenta con el anticonstitucional poder absoluto de la asamblea constituyente para quitarle todo valor a los votos opositores, como lo hizo en la elección del gobernador del Zulia.
Más allá de la ya existente unidad pasiva (víctimas comunes del desastre impuesto por un régimen tiránico), tenemos que avanzar, hacia una unidad activa de ciudadanos para la reconstrucción nacional  y renacer con una economía, sociedad y política plurales, con un proyecto compartido y liderazgos que antepongan las necesidades comunes a su pequeño mundo de intereses. ¡Una primavera  para que brote la ciudadanía en cada uno y la soberanía en todos juntos!  La gran lucha de Venezuela, frente al poder que se impone y quiere cerrar toda alternativa, es levantar el poder de los “sin poder”, el poder soberano de su conciencia y responsabilidad ciudadana. En Alemania Oriental la víspera de la caída del Muro de Berlín parecía que el régimen policial tenía todo el poder controlado y sin grietas, pero cuando las conciencias de millones tomaron en silencio su decisión de reconocerse unos con otros como “poder originario” y no seguir sometidos a la tiranía usurpadora, el Muro se cayó y las armas callaron, pues ni los militares quisieron disparar contra el pueblo, al reconocer que ellos mismos lo eran. El poder de los sin poder amaneció irresistible y cargado de esperanza.
¡Venezuela despierta!, como nos llamó Juan Pablo II, despierta unida para juntos reconstruir las condiciones de vida para los que estamos aquí y para los millones que fueron expulsados. Ante este reto del despertar nacional, queda en evidencia la fraudulenta votación perpetuadora del 20-M  y haremos que al día siguiente la necesidad de cambio  sea un clamor mayor y genere una acción más unida y eficaz.

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