Conferencia Episcopal Venezolana
Eduardo Fernandez
Si de algo tenemos que dar gracias a Dios los venezolanos de este
tiempo, es de contar con una Conferencia Episcopal como la que tenemos y
de unos pastores como los que están al frente de las diócesis y
arquidiócesis de la República.
Venezuela es un país de tradición católica. La mayoría de los
venezolanos nos declaramos católicos. No siempre esa declaración viene
acompañada con una participación efectiva en todo lo que supone ser
miembro de la Iglesia Católica.
Lo cierto es que en estos tiempos tan críticos que hemos vivido desde el
inicio del siglo XXI, la Iglesia representada por la jerarquía
eclesiástica, ha acompañado al pueblo en sus sufrimientos, en sus
esperanzas y en su lucha por una mejor calidad de vida.
El compromiso de la Conferencia Episcopal Venezolana ha sido el de ser
testigos del evangelio en una hora menguada llena de confusión. La
Conferencia Episcopal ha sido solidaria, especialmente con los más
pobres. Ha escuchado el llamado del Papa Francisco que les dice que “los
pastores tienen que oler a ovejas”. Estar al lado de los que sufren y
propiciar la justicia y la libertad, la fraternidad y la paz; asumiendo
la defensa de los derechos humanos y promoviendo la emergencia de una
Nueva sociedad fundada en el amor y no en el egoísmo.
La Conferencia ha venido trabajando por una Iglesia más “profética”. Es
decir, una Iglesia que genere conversión y vida coherente con el
Evangelio y que tenga a la Escritura como base de la predicación, la
oración, el testimonio y la reflexión.
“Buscad el reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura”. La
Iglesia tiene una vocación misionera. Como lo ha dicho el Concilio
Plenario de Venezuela, reunido providencialmente en noviembre del año
2000, al comienzo del siglo, “La Iglesia es misionera o no es Iglesia”.
También hay que mencionar el papel formador de la Iglesia. La
Conferencia Episcopal ha asumido su misión formadora espiritual,
doctrinal, pastoral y cívica en todos los sectores del pueblo
venezolano.
Ha promovido la inculturación del mensaje evangélico, cultivando un
nuevo humanismo cristiano y estimulando al diálogo de las ciencias y la
tecnología, las artes y las letras, con la filosofía y con la teología.
Además, la Iglesia, ha dado abundante testimonio de su carácter
dialogante. Estimulando la búsqueda de la Unidad en la verdad y
asumiendo una actitud de mucha escucha a las opiniones y sentimientos
del pueblo de Dios y de toda la multiplicidad de organizaciones que
existen en la sociedad.
Hoy he querido dedicar este modesto espacio a darle gracias a Dios por
nuestra Conferencia Episcopal y a pedirle que siga iluminando a nuestros
pastores para que acompañen a Venezuela en su tránsito hacia una nueva
realidad.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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