domingo, 10 de junio de 2018

Serratia Marcescens                                     
 
 Ramon Peña

Morir con la piel abierta por una bacteria y pesando menos de lo que trajo a la vida, pareciera el infierno, pero no es. Así murieron 11 niños infestados con Serratia en un hospital del Estado en Barquisimeto”, denunció la nutricionista Susana Raffalli, consultora de Cáritas Venezuela. De 28 infestados, 11 chiquillos, en su mayoría  menores de un año, malnutridos, no soportaron el contagio con la Serratia Marcescens, una bacteria terriblemente agresiva, muy resistente a los antibióticos, que florece en ambientes –teóricamente estériles- pero desatendidos en su higiene. Fueron inútiles las advertencias que desde enero venían haciendo los médicos del hospital a las autoridades, solicitando desinfección de material y limpieza profunda de las instalaciones.
 
Son habituales las denuncias diarias de brotes infecciosos en hospitales, la carencia de insumos básicos, el resurgimiento de malaria, difteria, sarampión, la desatención de pacientes trasplantados o sometidos a diálisis, la carencia de drogas anti neoplásicas, entre tantas otras. Pero habitual es también la respuesta del régimen: indolencia, negación de la denuncia o, sencillamente, considerarla desestabilizadora, anti patriótica y perseguir, hostigar o encarcelar a los médicos denunciantes.
 
Es propio de las dictaduras la represión, la tortura y hasta la muerte a sus adversarios políticos. No obstante, muchas se esmeran en el progreso material de la nación, en mejorar la calidad de vida, en proteger a la infancia. Pero cuando una dictadura además de reprimir, se recrea en contemplar insensible a una población que desfallece famélica, a ciudadanos que mueren de mengua en los hospitales, al 80% de sus infantes malnutridos y reduce a la población entera a la sobrevivencia y hace de ésta una tortura diaria, entonces cobra un carácter distinto al de una dictadura ordinaria: se convierte en un régimen patógeno., infeccioso. Es como vivir gobernados por una bacteria, por una Serratia Marcescens.  Después de dos décadas aún no hemos dado con el antibiótico…
 
 
 
 
 

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