GUSTAVO LINARES BENZO
A quince días de esa cosa que el CNE llamó elecciones, aún hay mucho
que decir, mucho que reflexionar y muchas lecciones para el camino que
tenemos por delante. Primero, tratar de llegar de la manera más objetiva
posible a los hechos de ese día, a saber con certeza cuánta gente
votó, cuánta gente votó por cada candidato, cuánta trampa se hizo. Sin
adjetivos, con la mayor frialdad. Algo de verdad, de eso que Chávez hizo
pasar de moda.
Que estando en manos de esa corte de
los milagros electoral lo más probable es que nunca se llegue al fondo,
no le quita importancia ni utilidad al esfuerzo. Empecemos por el total
de votos de Maduro reportados por el CNE: seis millones. Los mismos
seis millones (5.800.000, con más exactitud) que el chavismo sacó en las
elecciones de gobernadores, seis millones que ya son costumbre para el
gobierno. Como que ya están en la máquina, al punto de que muchos,
incluyendo este lugar.
Pero las encuestas, ya
volveremos sobre ellas, apuntan a que ese puede ser realmente el caudal
máximo del chavismo, inclusive con un poquito de ayuda de sus amigas.
Primera verdad: por el gobierno no vota ni la tercera parte del
electorado, que es de veinte millones. Con una participación mínima, muy
inferior a la media histórica, la oposición arrasa, verdad que se
demuestra científicamente con las parlamentarias del 15.
Pero
la abstención ganó. Ganó hasta en las cifras oficiales. La propaganda
abstencionista logró su objetivo, pero sin dejar de serlo: nadie se
quedó en su casa obligado (al revés sí es verdad, mucha gente votó
obligada por el gobierno). En otras palabras, la oferta electoral
opositora no convenció. Falcón quedó muy lejos de las expectativas.
Otra
verdad: las encuestas se equivocaron espectacularmente. Nuestros
encuestadores serios, que raras veces se equivocan, esta vez
pronosticaron una probable victoria de Falcón en casi todos los
escenarios de participación. Se echan de menos las explicaciones. Entre
otras, la explicación de uno de sus aciertos, de los seis millones
máximos del gobierno: un cruce entre votación y carnet de la patria;
entre penetración del CLAP y geografía electoral. Objetivos: cuántos
chavistas convencidos quedan, cuál es el nivel de miedo en que se
encuentra el pueblo.
Es un momento de futuro. La dictadura, embadurnada de los Castro Espín, se hace totalitaria por minutos.
@glinaresbenzo
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