LUIS VICENTE LEÓN
EL UNIVERSAL
Las acciones del gobierno son contradictorias y primitivas. Insiste en
repetir aquello que amplifica el problema y ya es irrelevante si lo hace
por convicción, por presión de los beneficiarios internos o porque se
quedó entrampado. En cualquier caso el resultado es el mismo: un país
aislado, la población con su calidad de vida pulverizada y una economía
famélica.
Mientras esto pasa, la oposición está
presa de sus conflictos internos entre moderados y radicales, lo que
parece mostrar su incapacidad para entender la real magnitud del
problema y el tamaño y peligro de su enemigo. Ante su incapacidad de
articulación, ha quedando dependiente de la acción internacional, sin
duda muy importante como complemento, pero nunca como sustituto de la
acción política interna.
Por ahora vemos a
mucha gente celebrar, con buenos deseos, las sanciones económicas y
financieras internacionales, los discursos encendidos, insultos
elegantes o arrabaleros (da igual), mientras la vida de la gente empeora
a pasos agigantados. ¿Cuánto tiempo antes de que se vuelvan a frustrar?
Es cierto que esto recrudecerá, como ocurrió también en Cuba, Siria,
Zimbabue y Corea, pero sin una acción interna inteligente, la mayor
probabilidad es tener el mismo resultado.
Muchos
de mis amigos (y quienes no lo son), con la mejor intención, celebran
los ataques verbales contra el gobierno de Maduro. Si hablamos de
fresquito, como no coincidir con ellos. Pero eso no resuelve el tema
central. Por ahora, solo se ve el cierre de opciones a una solución
real, el aislamiento, el deterioro económico mucho peor que el actual y
no solo para el gobierno sino para todos quienes vivimos aquí.
El
gobierno, mientras tanto, intenta recorrer la ruta convencional de los
países sancionados, de los que hay una larga historia que contar:
cambiar la fisonomía económica del país hacia otros aliados que le
permitan subsistir a sus “jerarcas” y hacer al pueblo, en general, más
dependiente de los repartidores de migajas.
Estará
activa un rato la celebración provocada porque algunos países y
organizaciones decentes le griten al gobierno lo que realmente es, pero
luego ¿qué?
En efecto el gobierno está pasando
aceite. La crisis económica lo desborda y apenas empieza a recibir los
embates brutales de la hiperinflación, que es mucho más concreta y
demoledora que cualquiera de sus otros enemigos. La división interna lo
pone en alto riesgo de implosión y sus jerarcas están en el momento
crucial en el que se debaten entre quedarse encerrados, ellos y sus
familias, en una autocracia paria o fracturarse y abrirse a una
negociación de coexistencia o salida protegida. El tema es que estar en
el primero o en el segundo escenario podría depender de la inteligencia
de su adversario interno, que no puede ser sustituida por nadie más. La
teoría política es contundente. Los cambios de una autocracia a una
democracia ocurren cuando el costo de permanencia del gobierno se hace
infinito y el costo de salida de ese gobierno se reduce y se negocia. Si
no trabajas en ambas variables, ocurre lo que ha ocurrido en los países
donde se fortalece el primer escenario… y he de decir que son varios.
En
todo caso, miremos por encima de los nubarrones del presente y pensemos
que a la larga prevalecerá la racionalidad. Quizás es momento de
recordar a Don Quijote cuando después de una secuencia de sus famosas
derrotas, le decía: “Sábete Sancho que todas estas borrascas que nos
suceden son señales de que presto he de serenar el tiempo y han de
sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal sea durable y
de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está muy
cerca”.
Luisvleon@gmail.com
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