ARNALDO ESTÉ
EL NACIONAL
El Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela es un ámbito
cómplice, bello y generoso donde la libertad y la irreverencia se
conjugan. Tan así que los que ahora dirigen la maquinaria electoral
dictatorial se reunieron aquí en planchas ochentosas que devinieron, con
costosa fatalidad, en el cinismo eficiente y destructor actual del
país.
El padre Luis Ugalde habló de la necesidad de renacer, y es una
proposición pertinente. Al punto de que ya no se puede hablar de
polarización: la mayoría de la gente, no un polo, quiere el cambio, y
una minoría, tan reducida en proyecto como en número, se agarra y usa
cualquier cosa. Eso no lo pudo ocultar el fraude y, más bien, lo
evidenció.
Más allá de toda estrechez el Aula Magna de la UCV convoca no solo
a unirse, sino a trabajar y organizarse en todo sitio y nivel. Se
reclama un nuevo liderazgo, un renacer no solo para el cambio, sino para
la construcción, cosas tan necesarias como difíciles. Habrán de
menudear las sorpresas.
Los partidos son necesarios y convenientes intermediarios. En el
mundo occidental se hacen ahora pragmáticos y buscan nuevos nombres que
los deslinden de cansadas ideologías y de los gaveteros cómodos del
periodismo, que reducen esa complejidad política a “izquierdas” y
“derechas”. Y, más allá de Occidente, uno se pregunta: los gobiernos de
Irán, Turquía, Rusia, China ¿son de izquierda o de derecha?
Aquí los partidos parecieran estar atrapados en unos
procedimientos, maneras y pretensiones que ocultan o distancian lo que
deberían ser sus fines. Deben tener graves problemas para funcionar y
más aún para comunicarse. Uno sabe que están trabajando, pero no sabe
qué sale de esos trabajos y piensa, más pretenciosamente, ¿no será que
los viejos esquemas de territorio, autoridad y prestigio cierran puertas
y ventanas que deberían estar abiertas?
Mientras, crecen y varían, como lo hemos encontrado en el Aula
Magna, las organizaciones civiles, concitadas por los derechos humanos,
vecindades, agua, luz, transporte, violencia policial y callejera,
vocaciones, oficios, hambre, mengua, destrozo educativo (los liceístas
se hicieron sentir)… Muchas comienzan como simples protestas que, en el
cuadro de la crisis general, convergen hacia una lucha, aún imprecisa,
por el cambio de gobierno y exigen otro lenguaje diferente al actual, y
en lugar de hablar de no rendición, “Venezuela no se rinde”, podría
tomar un sabor a triunfo y futuro: ¡El gobierno se va!... ¡Abajo la
dictadura!
No hay comentarios:
Publicar un comentario