ANGEL OROPEZA
EL NACIONAL
El índice nacional de precios al consumidor cerró 2015 en 270%, la
cifra más alta en la historia del país y la más elevada de todo el
planeta, mucho antes de que el tema de las sanciones apareciera en la
agenda internacional. Los niveles de inflación ascendieron por encima de
500% en 2016, y desde entonces no han dejado de crecer. El inalcanzable
costo de la vida y la inflación desbocada que sufrimos los venezolanos
no tiene nada que ver con sanciones internacionales, y sí con una
política económica que solo ha traído hambre y miseria. De hecho, la
caída sistemática y continua de la economía viene de 2014, cuando las
sanciones no existían. En términos acumulados, en el período 2014-2016,
la economía venezolana perdió 24,5% de su tamaño real, y desde entonces
no ha parado de derrumbarse. El régimen, y no otra cosa, es el
responsable de haber desperdiciado el boom de precios del petróleo más
extraordinario de la historia de Venezuela.
La escasez severa de alimentos y medicinas, que ya venía
presentándose en algunos rubros, alcanzó porcentajes críticos en 2014.
Ese es el año de la aparición de las indignantes colas para conseguir
comida, y el surgimiento del bachaquerismo como fenómeno consustancial e
inevitable del modelo económico oficialista. El desabastecimiento de
alimentos superaba en algunos rubros 50%, y en el caso de las medicinas
se agravó a índices por encima de 60% en 2015.
Ejemplos como los anteriores abundan. Lo importante es subrayar
que las sanciones decididas por algunos países de la comunidad
internacional no son la causa de la crisis, puesto que demostradamente
esta es muy anterior a aquellas, sino la consecuencia del comportamiento
de un régimen que ha violado leyes y ha transgredido todas las normas
posibles en detrimento de los venezolanos y en su propio beneficio.
Ahora bien, una cosa es que esto sea verdad, y otra distinta que
la gente la conozca. Por ello es importante acentuar el necesario
trabajo de docencia política aguas abajo entre la población, como
herramienta imprescindible para evitar que sea víctima de este nuevo
ciclo de guerra psicológica oficialista. Ya es bastante grave que la
gente sufra, para que encima desconozca por qué.
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