“En
democracia cualquier crítica a los gobernantes es en realidad una autocrítica
de los ciudadanos” asegura Fernando Savater en No te prives. Defensa de la
ciudadanía, el libro más reciente del filósofo y escritor
vasco quien vuelve una vez más, menesteroso, a su batalla divulgativa sobre
las responsabilidades del quehacer moral.
Publicado
por Ariel, el volumen reúne sus artículos de los últimos cuatro
años más un epílogo escrito después de las elecciones europeas, comicios
en donde nuevas fuerzas políticas emergieron con fuerza, debilitando a los
partidos tradicionales. “La gente no quiere reformas, quiere revanchas, y ese
es el discurso del votante de Podemos. El asunto es que con eso no se
resuelve nada”, asegura Savater en un encuentro con periodistas
celebrado este martes.
"La
gente no quiere reformas, quiere revanchas, y ese es el discurso del votante
de Podemos"
Humanista
a contrarreloj –se reparte entre las columnas de prensa, el ensayo y la
docencia- , Fernando Savater intenta rescatar el sentido original de la
palabra ciudadanía y lo poco que tiene que ver, en su opinión, con pertenecer
a un territorio, a una etnia o a hablar un mismo lenguaje.
Despojándola
del malentendido y el reproche, y devolviéndola a su lugar de origen, Savater equipara la política con
la ciudadanía y hace un diagnóstico de los temas más urgentes: las
intenciones de independencia en Cataluña, el discurso revanchista en algunas
zonas de Europa, el auge de los populismos y, por supuesto, la crisis
económica de estos años no como una lección para cambiar las formas de vivir,
sino para acostumbrarse a vivir peor.
-En No te prives
parte del hecho de que toda crítica hacia el sistema político es una
autocrítica a una nuestra capacidad de elegir a quienes forman parte de él.
En ese aspecto, la casta –al menos política- seríamos todos.
-En una
democracia tenemos que recordar que la política y la gestión de la sociedad
no es un asunto de especialistas. No se trata de que estemos en un patio de
butacas observando a los que están haciendo las cosas en el escenario. Una de las formas de compromiso
es justamente el voto. Si queremos criticar y protestar, tenemos
que habernos comprometido con nuestra elección. En muchas ocasiones
escuchamos la estupidez aquella de ‘no nos representan’. Los políticos no
representan, lo que nos representa es el sistema democrático y los políticos
que forman parte de él (y que efectivamente pueden ser malos). Sin embargo,
hay que partir del hecho de que quizá no elegimos bien.
"Los
malos votan siempre: los fanáticos, los populistas, los nacionalistas...
nunca se quedan en casa"
-Habla
usted de la obligatoriedad del voto. Hay una cierta paradoja en esto de
estar obligados a elegir.
-Lo
mismo que los impuestos no son optativos, aunque este país parezca que sí, el
voto debería ser obligatorio. Es parte de nuestro compromiso con la sociedad.
De hecho, se ha visto en Europa: los malos votan siempre. Los fanáticos, los
populistas, los nacionalistas, todos ellos votan siempre, nunca se quedan en
casa. Mientras que la gente moderada, con sentido común, se queda en casa. Es
significativo que Italia, donde el voto es obligatorio, sea el país en
el que ha ha salido mejor librado el pensamiento socialdemócrata y
moderno, mientras que el populismo se ha estrellado.
-Culpa
a la izquierda de “los nacionalismos disgregadores”. ¿Y a los más
conservadores no les reprocha nada en este asunto?
-Yo soy
un hombre de izquierdas y me parece que el nacionalismo, la tradición, la
leyenda, la tierra, la bandera son conceptos tradicionales de la derecha. Así
que no me extraña que la derecha no se desligue del todo de esas cosas. Lo
que me asombra es que la izquierda, que es internacionalista y que no debería
tener una visión del ciudadano ligada al terruño, sino todo lo
contrario, ha entrado al trapo convirtiéndose en una especie de populismo
nacionalista.
"Decir
socialdemócrata es como si dijeras pederasta"
- En un
momento en el que el ropero ideológico saca prendas en desuso, parece que la
socialdemocracia está peor vista que nunca.
-Sí,
decir socialdemócrata es como si dijeras pederasta. Claro, una cosa es que
los gestores de la socialdemocracia lo hayan hecho mal, y otra que la
socialdemocracia sea un dogma. Es una visión basada en la idea de que la
forma de redistribución social se sostiene en unos buenos servicios públicos,
así como unos valores y unos derechos asociados a la noción de lo público que
solo puede financiarse con el pago de los impuestos. La democracia cuesta
mucho dinero, especialmente cuando las grandes multinacionales no pagan sus
impuestos en Europa o las grandes fortunas evaden impuestos. Si el dinero no se manifiesta en
forma de impuestos, es imposible que exista socialdemocracia ni nada.
-Es
justamente la fractura de ese bienestar el que precipita el malestar. “La
gente se dio cuenta de que el Estado del Bienestar no tenía el piloto
automático puesto”, dice usted.
-Ninguna
cosa buena es automática, por todo hay que luchar. La idea de que ya habíamos
conseguido una sociedad del bienestar es falsa. En España todos pensamos que
éramos millonarios o, en el mejor de los cosas, que podíamos pedir un crédito
para parecer que lo éramos. Eso evidentemente falla. Y para mantener la
socialdemocracia hay que plantearse reformas, como las que está haciendo
Renzi en Italia, y que muchas veces van en contra de ciertos dogmas pero que
probablemente están posibilitando en que esta se mantenga. Cosas como la
seguridad social o la educación pública obligatoria no son ni de izquierdas
ni de derechas son logros de la civilización, hay que defenderlos como
tales. Así que esto de la ‘educación para el que se la pague’ o ‘la sanidad
para el que se la pague’, es volver a cosas prácticamente prehistóricas,
igual que los nacionalismos. Eso de que cada quien piense en su tierra, es el
mismo principio. Todos estos planteamientos son retrocesos en la democracia.
"La
seguridad social o la educación pública y obligatoria no son ni de izquierdas
ni de derechas, son logros"
- España
ha tenido un recorrido político que debería vacunarla contra ciertos
entusiasmos, entre ellos el que generan discursos como el de Podemos. Pero
las encuestas y los votos demuestran lo contrario. ¿Qué piensa al respecto?
-Al poco de terminar la Revolución de los
Claveles, Otelo Saraiva de Carvalho recorrió Europa reuniendo fondos para
apoyar a Portugal en ese paso de la dictadura a la democracia. Entre los
países que visitó estuvo Suecia, donde conversó con Palme, un hombre abierto
y progresista que no dudó en recibirlo. Otelo, entusiasmado, le dijo que en
Portugal acabarían con todos los ricos. Palme le respondió: ah fíjese,
nosotros estamos haciendo todo lo contrario, intentamos acabar con los
pobres. El discurso de Podemos busca acabar con los ricos, pero no explica
cómo acabar con los pobres. La gente no quiere reformas, quiere
revanchas, y ese es el discurso del votante de Podemos. Y ahí está el
peligro. Es difícil contener la indignación y uno entiende que la gente
quiera castigar a quienes lo han hecho mal. El asunto es que eso sirve para
desahogarnos, pero no resuelve para nada el asunto.
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martes, 3 de febrero de 2015
ENTREVISTA A FERNANDO SAVATER: "LA GENTE NO QUIERE FEFORMAS , QUIERE REVANCHA, ÉSE ES EL DISCURSO DE PODEMOS"
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