EDUARDO FERNANDEZ
Todo esto pasará. Esta pesadilla que estamos viviendo desde hace veinte
años quedará sepultada en el pasado como lo que fue, una pesadilla.
La nueva Venezuela será diferente. Será una Venezuela de progreso y
libertad, de democracia política con desarrollo económico, de justicia
social con igualdad de oportunidades, de unidad nacional con respeto a
los derechos humanos y a las normas de convivencia civilizada. Todo esto
es posible, y los venezolanos podemos alcanzarlo.
En mis artículos anteriores abordé dos de los aspectos que deben estar incluidos en la agenda de la reconstrucción nacional: La arquitectura institucional de la república y la recuperación de la economía nacional.
En mis artículos anteriores abordé dos de los aspectos que deben estar incluidos en la agenda de la reconstrucción nacional: La arquitectura institucional de la república y la recuperación de la economía nacional.
El punto de hoy se refiere al drama de la pobreza. En Venezuela siempre hemos tenido pocos ricos y muchos pobres. Terminamos el siglo XX con muy pocos ricos y con muchos pobres. Nunca la situación había sido tan grave como lo es ahora. Nunca habíamos tenido un porcentaje tan elevado de pobres como lo que tenemos después de veinte años de socialismo. Y, lo que es más grave, nunca los pobres habían sido tan pobres. Lo que existe en Venezuela para muchas familias es hambre, miseria y desolación. Al lado de esa realidad tenemos una minoría opulenta enriquecida groseramente con el desfalco de los recursos públicos. Nunca habíamos contemplado una corrupción tan grosera.
Cambiar esa situación es una prioridad nacional. Resolver el problema de la pobreza, de la injusta distribución de la riqueza y de las oportunidades y aliviar el sufrimiento de la mayor parte de las familias venezolanas es un imperativo ético. Es un escándalo moral que en un país con tantos recursos como Venezuela haya tanta gente viviendo en circunstancias de pobreza extrema, de hambre y de miseria.
Quiero insistir en lo que he venido sosteniendo en los últimos treinta años. Resolver el drama de la pobreza es posible, además de obligatorio. Se requiere cambiar dos elementos fundamentales: Desarrollo económico y educación: más y mejor educación. En este momento no tenemos desarrollo económico y la educación ha sufrido un retroceso escandaloso en los últimos veinte años.
No se trata de hacerle llegar a los pobres dádivas y subsidios. Se trata de darles los instrumentos con los cuales salir de la pobreza con su propio esfuerzo, llenos de dignidad. El desarrollo económico debe producir empleo: más y mejores oportunidades de trabajo. Empleos modernos, productivos, bien remunerados. La educación debe contribuir a calificar el recurso humano, a preparar a nuestros jóvenes para que estén en capacidad de acceder a esas nuevas oportunidades de empleo.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
@EFernandezVE
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