Las cinco contradicciones del plan de ajuste de Maduro
Esta noche, Nicolás Maduro anunció
algunos detalles sobre el “Programa Económico de Recuperación”, su plan
de ajuste macroeconómico. Habló repetidamente de “anclaje revaluador”,
de “transición tardía” (al socialismo) y de “mercado”, palabra que
mencionó en varias oportunidades.
En su plan de ajuste, sin embargo, el mandatario olvidó temas claves,
y dónde podría haber generado confianza (como en el programa de ajuste
fiscal o el de los combustibles) fue excesivamente vago; donde, en
cambio, el programa puede convertirse en una bomba, como en el desbocado
aumento general de salarios, fue extremadamente concreto, y las
primeras reacciones a los anuncios han sido muy negativas.
Más allá, el programa tiene una serie de contradicciones: La más
importante de todas es que es un programa que carece de financiamiento.
Es como si un tuberculoso se lanzara a conquistar el Himalaya desnudo.
Las posibilidades de éxito tienden a cero. Al menos cinco grandes
contradicciones se desprenden de los anuncios del mandatario este
viernes 17 de agosto:
1) Disciplina fiscal vs. pago de bonos
Este es, sin duda, el punto más álgido de las contradicciones de los
anuncios de Nicolás Maduro en el plan de ajuste: En la misma alocución
en la que puede anunciar un “bono de reconversión monetaria” de Bs. S.
600 (Bs. F. 60.000.000) a 10 millones de personas (es decir, la friolera
de 600 billones con doce ceros de Bs. F.), y ofrecerse a pagar todos
los sueldos del país durante tres meses, el mandatario puede señalar que
se necesita una “disciplina fiscal draconinana” que “frene la emisión
de dinero inorgánico”.
El único equivalente que se le puede ocurrir a uno es el de un
alcohólico que decide anunciar que va a dejar la bebida, pero antes se
va a tomar 30 botellas de ron. Y me perdonan lo crudo del símil, pero es
que el Estado venezolano, bajo el chavismo, decidió gastar hasta morir,
como Nicholas Cage decidió beber hasta morir en Leaving Las Vegas. Pareciera, más que a recuperarse, decidido a suicidarse.
Con semejante inicio, la promesa de disciplina fiscal no es más que
eso, una promesa. Y la parte de “no emitir dinero inorgánico” un chiste.
No solo porque esa ha sido históricamente la política del madurismo,
sino porque no hay fuentes de financiamiento.
Al llegar al cómo se va a financiar este programa, Maduro fue (por
necesidad) vago: Habló de aumentar la producción y la productividad, sin
explicar cómo. Porque el cómo en este momento, y con este Gobierno al
frente, no existe. Imploró por la necesidad de incrementar la producción
de petróleo, sin una sola propuesta; y habló de un aumento de la
tributación para un sector industrial y un país exhaustos, y que de
ninguna manera están en condición de financiar a un Estado tan voraz
como este.
2) El salario aumentado vs. la realidad
El mismo Maduro que promete austeridad fiscal no se da cuenta de que
al ofrecer un salario mínimo de 180 millones de bolívares de los
actuales, está desafiando todo su programa.
Maduro es el principal patrono del país, el mismo que no puede subir
los salarios de miseria actuales por los cuales médicos, enfermeras,
trabajadores de empresas de servicio, empleados en general del sector
público, llevan dos meses en la calle.
¿Qué cambió del 16 de agosto (día en el que, cobardemente, Maduro
impidió que enfermeras y médicos marcharan a Miraflores) en relación con
el 17, para que de un día al otro el, insisto, principal patrono del
país decidiera otorgar un incremento general de salarios de 3.362% a los
mismos a los que el día anterior se los negaba? Porque no se descubrió
petróleo en Los Teques, ni el Gobierno acordó una restructuración de la
deuda y una línea de crédito de $60 milllones. Las circunstancias son
las mismas.
Y el anuncio no solo es demagógico: da miedo. Que en un momento como
el actual, un Gobierno sin límites como este se ofrezca a pagarle el
sueldo de sus empleados a un sector privado noqueado por tanta inquina
durante dos décadas, debería provocar, como mínimo, un enorme arqueo de
cejas de cualquier empresario.
De ahí a la estatificación masiva de empresas, luego de un fracaso
anunciado, del que culparía al sector privado, maluco, saboteador, no
hay más que un paso. Y el Gobierno podría intentar una maniobra así de
artera, a pesar de lo evidentemente débil que luce en todos los campos.
3) Anclaje vs. flotación y tasa Dicom / casas de cambio autorizadas
Habla Maduro de que es el momento de que el bolívar flote, que
compita con otras monedas, de “respetar el mercado”; todo esto suena
bien. Pero entonces dice que el bolívar soberano estará anclado al
petro, y que como cada petro tiene un valor aproximado de 60 dólares, un
dólar serán 6.000.000 de los actuales, o 60 soberanos.
¿Por qué? ¿Quién lo decidió así? Evidentemente, no “el mercado”.
Mucho más cuando anuncia que habrá tres subastas Dicom, sí, Dicom,
semanales, hasta llegar a una diaria en tres meses. Y que se
“autorizarán” tres (3) casas de cambio para todo el negocio de cambio
del país. “Subastas Dicom”, “anclaje”, “casas de cambio autorizadas” y
“mercado” no parecen caber en la misma frase.
Eso, por no mencionar lo mismo, el mismo error de diseño: ¿Con qué se
financia esto? ¿Qué recursos sustentan “una subasta diaria de Dicom”
para un Gobierno que no las hace regularmente desde 2014?
Y obviemos el siguiente detalle, ligeramente vergonzoso: en la misma
cadena en la que Maduro se refería al “dólar criminal”, colocar el
dólar, de salida, en 6 millones de bolívares, supera todos los guarismos
de Dólar Today, Dólar Promedio, Air TM et alter.
Quizás con la intención de que al ser la tasa alta, en los primeros
días tienda a bajar y crear un shock de optimismo. Amanecerá y veremos
si lo lograron. Pero no parece factible.
4) Incremento de la tributación vs. exenciones
Maduro sube en cuatro puntos el IVA, pero la hiperinflación
significa, entre sus múltiples efectos perversos, que la recaudación
real baja. Y que la la evasión se multiplica, porque llegado un momento,
el despelote monetario es tan grande que se pierden las referencias.
En un entorno tan depauperado como el actual, lo que pueda recoger
con cuatro puntos de IVA es marginal para sus necesidades, pero abre
otro boquete en la línea de flotación de los más pobres y las clases
medias.
Más allá del IVA, sin embargo, el Gobierno anuncia una serie de
medidas para aumentar la tributación por Impuesto Sobre la Renta, sin
recordar que uno de los anuncios que despertó más interés cuando Maduro
comenzó a hablar del tema, fue, precisamente, el de una exención en
términos muy generosos del ISLR por un año que al final pareció diseñada
para que Pdvsa no tuviera que tributar en 2018 (acabando con el único
ingreso en serio del Estado venezolano). ¿A quién le vas a cobrar si
acabas de hacer casi una amnistía general?
Finalmente, está la creación del Impuesto a las Transacciones
Financieras, que pudiera ser atractivo para el Gobierno porque se indexa
a la hiperinflación. Pero igualmente, en medio de este desbarajuste y
sin una política en serio de “cero emisión de dinero inorgánico”, las
medidas tributarias no son más que wishful thinking.
5) Carnet de la Patria vs. aumento de la gasolina
El jefe de Estado anunció que se prorrogaba el censo de transporte
para el nuevo mercado de la gasolina, el que (ahora sí) acabará con el
contrabando a Colombia. Sus anuncios fueron deliberadamente vagos y casi
evasivos (“ya veremos”, “yo no tengo apuro”, “plan piloto”, etc.).
Es decir, el anunciado aumento de la gasolina no se ve en el
horizonte. Seguirá siendo regalada: Decir “yo no tengo apuro” cuando
apenas minutos antes habías dicho que “cada año perdemos $10 mil
millones por contrabando”, solo está al alcance de un chavista.
La extensión de plazos, también, indica la resistencia de buena parte
de la población a inscribirse en el censo, por lo que el video donde
muestra que solo se podrá obtener gasolina con el carnet de la Patria es
parte de una estrategia, para decirlo sin ambages, de intimidación. La
verdad es que incluso en Venezuela, negarle la venta de gasolina a quien
no tenga el carnet es tan discriminatorio que no resiste un análisis.
Sin aumento de la gasolina, el contrabando solo crecerá. Y a pesar de
que ha sido deliberadamente vago en sus anuncios, lo que se sabe del
funcionamiento del mecanismo es que se le depositará a cada inscrito en
el censo de transporte del carnet de la patria un monto para comprar un
número determinado de litros de combustible (y esto es, como ha señalado
acertadamente Maduro, un subsidio directo).
En principio, que Maduro busque que la mayor cantidad de gente
posible sea subsidiada no tiene ningún sentido, porque está demasiado
urgido de recursos. Nuevamente, lo atrasado del precio relativo tras 20
años de demagogia hace muy difícil un aumento que le permita al mercado
interno del combustible ser rentable, o por lo menos, estar cerca del
equilibrio.
En conclusión
Los anuncios de Maduro son irreales desde el momento en que ancla
todo al Petro, un criptoactivo que la gente no comprende y que en la
realidad no existe, porque también lo controla el Gobierno.
Pareciera un compendio de pensamientos mágicos (en algún momento de
la alocución Maduro habla de “hicimos magia”), deseos, invocaciones,
pero no un programa económico.
Sus aspectos perniciosos, sin embargo, son gravísimos.
Fundamentalmente, porque el país, que estaba en hiperinflación, puede
entrar en un proceso desconocido en las próximas horas. Y la
hiperinflación, sumada al caos de servicios públicos, pueden
desencadenar situaciones muy complicadas en los próximos días. Es un
programa que, en resumidas cuentas, no contribuye a mejorar la
situación, por el contrario, la empeora.
Además, es un programa que requiere un ingente respaldo económico.
Uno que, aparte del FMI, solo podría prestar China. Y China no luce
interesada. Por lo menos no en este momento. Tampoco se comprometería a
establecer un satélite tan evidente en la costa sur del Caribe.
Quisiera uno ser optimista, pero esto parece condenado a un
agravamiento muy rápido, y probablemente, a una presión social
insoportable. Este Gobierno está demasiado entrampado, carece de
credibilidad e internacionalmente es un paria. Nadie se quiere sacar una
foto con él. Y los que pudieran querer no tienen cómo costear esto.
Así que lo que viene hará palidecer lo que hemos pasado.
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