Marta de la Vega
Ninguna de las medidas económicas del
régimen presidido por Nicolás Maduro, aunque ilegítimo y usurpador, que sigue
desgobernando Venezuela, ha logrado revertir el colapso cada vez peor y trágico
que nos agobia. Los mejores análisis de nuestros economistas más destacados,
incluidas las declaraciones de la directiva de la Academia Nacional de Ciencias
Económicas y las de otros expertos igualmente sobresalientes desde diversas
perspectivas de la actividad productiva, no se han limitado a describir la
terrible calamidad a la que han conducido improvisaciones, políticas erradas,
incoherentes y fragmentadas, basadas en una rígida y obsoleta concepción
ideológica cuyas opciones económicas son inviables, como ha quedado demostrado
por los hechos, sino a proponer soluciones para superar la crisis.
El gobierno,
lamentablemente para quienes vivimos en carne propia tal estado de cosas, hace
caso omiso de cualquier solución propuesta
Richard Thaler, Premio Nobel de Economía
2017 ha señalado que en la historia de todo el planeta no ha habido mayor
desastre que el que ocurre en Venezuela. A tal punto es evidente, que el propio
Maduro lo reconoció en su intervención del Congreso del PSUV del 29 de julio de
2018. Pero como siempre, no puede aceptar solito su responsabilidad, como más
alto funcionario (no mandatario, pues en la jornada electoral impuesta e ilegal
de un ente inconstitucional que se pretende suprapoder, no fue electo ni
legitimado por mandato popular en la presidencia de la república, como ya
sabemos, el 20 de mayo pasado) la culpa es de los demás. Locus externo, como dicen los psicólogos. Por eso
apuntaba con el dedo hacia el público que lo acompañaba, señalando que la culpa
era de los otros.
Nada hacen para no
ahondar el colapso ni Maduro mismo, ni la camarilla militar y civil que lo
sostiene
En días recientes hubo una declaración que
circuló por Internet, al parecer del general de división Ortega Castillo, tan
grotesca, ignorante y fuera de lógica sobre el anclaje del bolívar al barril de
petróleo (no se sabe a cuál, si el que está en el subsuelo o el ya extraído y
monetizado) en el que a su vez se ancla el petro para derrotar la inflación,
que daba risa si no significara la evidencia del grado de ineptitud y el tipo
de personajes que dirigen la destrucción devastadora del aparato productivo y
de las finanzas del país. Además, con un uso inadecuado del lenguaje para quien
ocupa el más alto rango en la jerarquía militar.
Aparte de que, como ha sido demostrado con
claridad meridiana por varios analistas, no solo el petro no es divisa, sino
que tal anclaje no es factible ni constitucional, de acuerdo con el artículo 12
de la Constitución vigente de la República Bolivariana de Venezuela que dice:
“Los yacimientos mineros y de hidrocarburos, cualquiera que sea su naturaleza,
existentes en el territorio nacional, bajo el lecho del mar territorial, en la
zona económica exclusiva y en la plataforma continental, pertenecen a la
República, son bienes del dominio público y, por tanto, inalienables e
imprescriptibles”.
El último acto para confundir a incautos es
la derogación de la Ley contra Ilícitos Cambiarios. Primero hay que denunciar
que se trata de un decreto ilegítimo, ilegal e inconstitucional y por
consiguiente nulo de toda nulidad pues ha sido aprobado por la pretendida
asamblea nacional constituyente el 2 de agosto de 2018. El único órgano de
poder facultado para realizar modificaciones a la ley es la Asamblea Nacional.
Segundo, no significa la eliminación del
control de cambio, ni avance alguno en la apertura económica, sino que se
establece, en un mercado oficial, una tasa de cambio preferencial para los
funcionarios y entes del gobierno y una más costosa para los particulares, sean
personas naturales o jurídicas.
Tercero, se trata de
una nueva alcabala, que ahonda la corrupción, pues solo es posible hacer tales
transacciones en divisas en las casas de cambio controladas por el régimen
Para salir del colapso macroeconómico al que
hemos llegado, como lo han diseñado tantos excelentes pensadores en esta
materia, habrá que lograr un programa integral de reformas, económicas e
institucionales. No solo es indispensable cambio de gobierno sino de régimen.
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