JEAN MANINAT
No me defienda, compadre, es una alarma del sentido común ante el
entusiasmo de las buenas almas, desprovistas de toda prudencia que les
contenga de hacer el bien no mires a quien. Los desvalidos suelen ser
carne de cañón de toda clase de profetas, adivinos, curanderos, gurús,
ascetas, mendicantes, vendedores de pomadas mágicas, siempre dispuestos a
arreglarles la vida a los demás con una sonrisa beatífica o un ceño
enfurruñado, sin pedir permiso ni tocar la puerta.
Nadie
pone en duda la buena voluntad del secretario general de la OEA, Luis
Almagro, en sus múltiples iniciativas para contribuir con la
recuperación democrática de Venezuela. No es que el secretario vea por
la ventana de su oficina en el 1889 F Street, allá en el Big Belt,
y se pregunte: “¿qué broma le echo ahora a los demócratas
venezolanos?”. No, eso sería hasta más fácil de manejar, un enemigo
descubierto puede ser menos letal que un francotirador. El problema es
que se interroga -siempre viendo por la misma ventana- “¿cuál será mi
buena acción del día para salvar a los venezolanos?”. Allí está el
enredo.
Al secretario Almagro, le dio ahora por
salvar la Asamblea Nacional (AN) lanzando un obús desde Washington
D.C., en su peculiar manera de concebir su papel hemisférico. Se trata
de un acto justiciero, necesario para “profundizar” las contradicciones,
sacudir el polvo del descangallado hemiciclo. Soliviantar las
conciencias de los adormecidos diputados, los mismos que tienen años
llevando soga y palo oficialista.
El
dispositivo fragmentario -envuelto en un ramo de rosas- se unió a los
que ya el régimen había puesto en marcha (¿recuerdan la ANC?) para
deslegitimar la última “casamata democrática” que quedaba en manos de la
oposición -junto a unas pocas y sitiadas gobernaciones-, luego de la
estampida electoral de buena parte de la dirigencia opositora.
Como
tocados por un choque eléctrico, los sectores maximalistas de la
oposición (nótese la corrección política del término) despertaron de sus
vacaciones forzadas para reiniciar su labor destructiva en contra de
los diputados de la AN. Los muros del Twitter se volvieron a llenar de
los más terribles grafitis exigiendo martirio para los asambleístas,
como en los buenos tiempos en que la MUD todavía respiraba y era la
presa favorita de sus ataques.
La insufrible
levedad que supone que la redención del país vendrá de manos de factores
externos -en un mundo con problemas aún más graves que los nuestros-
solo ha logrado desarmar política y electoralmente a un país que ha
resistido por más de veinte años los designios de una quimera ideológica
devastadora como una plaga bíblica.
Tienen
razón los diputados opositores que han defendido el derecho a no asumir
tutelas en la contienda democrática, vengan de donde vengan. El interés
internacional se agradece sobremanera, si viene acompañado de respeto y
consideración por los actores políticos opositores del país que, con sus
altas y sus bajísimas tal como ahora, han asumido la riesgosa lucha por
recuperar la democracia.
¡Compadre, Almagro, no me defienda!
maninatj@gmail.com
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