domingo, 26 de agosto de 2018

LOS PLANES PIRATAS

CARLOS RAUL HERNANDEZ

En los ochenta después de un par de décadas de fiascos de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y de gobiernos populistoides, la región entra en un espantoso remolino, la Crisis de la Deuda Externa, por haber derrochado los recursos y no poder pagar las importaciones. Sus monedas desaparecieron por la inflación y la devaluación, y la gente se depaupera. Allí nacen los Programas de Estabilización Macroeconómica apoyados por el FMI y el duro aprendizaje sobre las reglas para que una economía funcione sana: que el flujo de los precios los mantiene equilibrados y la libre convertibilidad evita la fuga de divisas. 

Que el Estado debe estimular y no hostilizar la inversión privada nacional y extranjera, tener gastos fiscales bajo control y moderar las ganas de “hacer el bien” a costa de castigar a los productores. Invertir los recursos públicos con transparencia en puertos, aeropuertos, hospitales, electricidad, escuelas y demás servicios, pero no administrarlos porque fracasan. Los dirigentes se vieron obligados a aprender a nadar mientras se hundía la canoa y costó ahogos. Muchos lo lograron y hoy, naturalmente con problemas, sobre todo a partir del Socialismo de Siglo XXI, viven prosperidad suficiente para recibir oleadas de migrantes venezolanos desesperados. 

Durante el aprendizaje fracasaron con programas híbridos de estabilización, merengadas de apertura con ojeriza por la libertad económica. Raúl Alfonsín asume la Presidencia de Argentina en 1983 para enfrentar la crisis que dejó la dictadura militar fracasada. Presenta el llamado Plan Austral de 1985, cuyos autores creían como Hans que el problema era el sofá y quitar ceros a la moneda detenía la inflación. Hubo forcejeos con el “neoliberalismo” y la “inhumanidad tecnocrática” que cuestionaban tales espejismos. 

Hans, el sofá y la economía
Al final doblaron el brazo del FMI y crearon un plan híbrido, pirata, de los que llamaban heterodoxos, que no erradican la enfermedad porque el tratamiento duele. Conservaba control de precios de servicios públicos que quebraron y de alimentos que desaparecieron. El patriotismo no aceptó privatizaciones y a cambio hubo recesión, devaluación, hiperinflación, desempleo y miseria. El austral se hunde y se editaron a la carrera billetes de 10.000, 50.000, 500.000 y 1.000.000. Como no pueden pagar la deuda externa, emprenden una nueva acción inútil, el Plan Primavera, que trajo saqueos, incendios, fuga de divisas, devaluación. 

Récord histórico de pobreza y renuncia del presidente. Asume Carlos Menem y con un plan serio, el de Convertibilidad, bajó la inflación a un dígito para que su sucesor, De la Rúa, en lucha antineoliberal, descarrilara a los pobres de nuevo al abismo con el fin de ayudarlos (como Caldera aquí y otro plan pirata, la Agenda Venezuela). Luego la peste Kirchner crea el caos. En 1986 Brasil durante la presidencia de Sarney, con problemas parecidos, ejecuta su plan salvador, otra piratería parecidísima a la anterior, lo que ahorra repetir muchas cosas. 

Al cruceiro le quitan tres ceros y se convierte en el cruzado, nombre del plan. Y la eterna historia: control de precios y de cambio, con el iluso fin de parar inflación y devaluación. Editan una tabla con los precios controlados en las dos monedas (¿algún parecido?) y una manada de lobos de la superintendencia con credencial aterrorizaba comerciantes. Resultado, el mismo: hiperinflación, hiperdevaluación, hambre, marginalidad, delincuencia, las favelas obtuvieron fama mundial de criminalidad y muchedumbres de niños bajaban de Pan de Azúcar a Copacabana para asaltar a los bañistas. 

Cardiocirugía del FMI
La heterodoxia produjo catástrofes. Para bien de Brasil llegó al poder en los 90 Fernando H. Cardoso, que aunque confesó no saber nada de economía, tenía cultura e inteligencia para saber qué hacer y rodearse de técnicos de primera. Y produjo tal milagro que tres períodos de corrupción del PT solo lo hirieron. Los camaradas ecuatorianos que prueban fortuna en Venezuela de asesores, han oído campanas. El plan de Cardoso creó una moneda ficticia llamada URV (unidad real de valor) que coexistió unos meses con el cruzado. Los artículos tenían un precio invariable en URV, aunque la inflación inercial en cruzados seguía. 

Pero la gente se acostumbró al URV. Lo que parecen no saber los amigos correístas, es que mientras creaba así confianza en el Real, Cardoso realizaba cirugía de corazón abierto a la economía con la cardióloga jefe del FMI (tal como hicieron Menem y Carlos Andrés Pérez) con una montaña de dólares a cambio de racionalizar los gastos del Estado y privatizar despojos. Libera las importaciones y estimula las exportaciones para traer divisas. Emprende la reconversión industrial y la inversión masiva en formar mano de obra técnica. Sube las tasas de interés por sobre la inflación para recuperar la moneda como depósito de valor. 

Y sobre todas las cosas con el apoyo internacional creó confianza a los trabajadores, comerciantes, empresarios, campesinos, profesionales, que ningún bandido con carnet del gobierno podía arrebatarle a alguien sus propiedades o los productos de su trabajo a nombre de ninguna patria. Que quienes invertían su dinero para generar empleo, tenían la protección de las instituciones. Que quienes querían vivir mejor debían trabajar y estudiar más. Esos pequeñísimos detalles le faltan al Plan Maduro I. Pero veremos el Plan Maduro II. 

@CarlosRaulHer

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